Opinión

Búsquemos la paz

Por: Antero Flores-Araoz

No es novedad y la historia nos lo ha descrito y enseñado, que desde la creación del mundo ha existido y primado el ánimo belicista y confrontacional, que ha llevado al ser humano a casi permanentes guerras territoriales y de intereses económicos, sin olvidar los enfrentamientos de origen religioso, lo que por supuesto resiente a los hombres y mujeres de bien.

Son pocos los momentos en que ha habido paz en el universo y, en los tiempos en que vivimos el uso del poder fue bipolar, compartido entre los Estados Unidos de América con sus aliados y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, también con sus países satélites.

Al caer el Telón de Hierro y el Muro de Berlín, perdiendo hegemonía la URSS que se redujo a la hoy Federación Rusa, la hegemonía y poder en el mundo se concentró en las Estados Unidos, con lo cual el universo pasó de la bipolaridad de poder a la unipolaridad.

Al avanzar China con su política de un país con dos sistemas y convertirse en referente universal, así como al recuperar Rusia poder y presencia global, pasa el mundo de la unipolaridad a ser tripolar, con lo cual hay cierto equilibrio relativo y sin garantía de permanencia, ya que los intereses económicos y las pretensiones de los Estados Unidos, Federación Rusa y la China Popular seguirán en competencia.

Pese a los esfuerzos realizados por los Estados, en la ruta de lograr paz duradera, creándose organismos oficiales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y entidades regionales como la Organización de Estados Americanos (OEA) entre otras varias, no se ha logrado la anhelada paz, tanto es así que observamos conflictos en Afganistán, los talibanes siguen con su beligerancia, Israel y Palestina en situación de “mírame y no me toques”, Corea sigue dividida y aparentemente irreconciliable, el Golfo Pérsico con peligros, Irán, Irak, Siria y otros países en permanente convulsión, las pretensiones Saharahui que hasta ahora evita Marruecos y, sin olvidar los problemas que sobre todo en Europa generan las migraciones musulmanas.

A lo señalado en el párrafo precedente podríamos agregar que hay países en América Latina que han abrigado al comunismo marxista-leninista-maoista, que ya sembró sus reales en Cuba, Nicaragua y Venezuela, y podría extenderse a Chile y Perú que ya tienen gobiernos socialistas a los que podrían incorporarse Colombia y algunos otros.

Como si no fuese poco todo lo que se ha relacionado, en adición tenemos que afrontar prédica de odio, en que se hacen enfrentar a ricos y pobres, en lugar de buscar condiciones para que estos últimos prosperen, gracias a la inversión generadora de empleo. Pero además de la violencia física de grupos que tratan de tomar el poder por la fuerza, hay que añadir a los seguidores de Gransci, quienes utilizando los mecanismos de la Democracia tratan de destruirla por dentro para asumir el poder y perpetuarse en él.

Deplorablemente la situación es aún más complicada, puesto que, a la falta de la deseable paz, hay que sumar nuevas amenazas como es la mala utilización del más moderno avance científico y tecnológico, el mal empleo de la inteligencia artificial, la inequidad en el trato comercial internacional, el terrorismo, el narcotráfico, la criminalidad internacional organizada, la manipulación genética, el calentamiento global, los atentados contra el medio ambiente como es la deforestación y la minería ilegal, las pandemias de origen natural o creadas artificialmente en laboratorio, así como sus consecuencias en salud, economía, educación y trabajo. Los “rugidos” del planeta tierra son su respuesta a través de lluvias torrenciales, desbordes de lagos y ríos, inundaciones, fenómenos sísmicos al igual que erupciones volcánicas.

Evidentemente todo lo indicado, necesariamente tiene que llevarnos a reflexionar, así como a encontrar nuevos caminos para prevenir y evitar conflictos, así como lograr la paz duradera.  Uno de los caminos podría ser la refundación de los organismos internacionales garantes de la paz como las Naciones Unidas que vienen fracasando en tal empeño, la profundización del diálogo interreligioso, así como estimular la constitución desde la sociedad civil, de instituciones no públicas que propicien la paz universal, la solución pacífica de controversias y sobre todo la formación en valores, especialmente los éticos para tener mejores ciudadanos comprometidos con la paz en el universo y el desarrollo en democracia. Si las organizaciones de países no pueden, habrá de intentarse el esfuerzo directamente por los ciudadanos.

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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