Opinión

Alfonso Barrantes y el vaso de leche

Por: Omar Chehade Moya

Si hay políticos que hay que recordar por su generosidad, honestidad y espíritu social en el Perú, ese es Alfonso Barrantes Lingán. Más allá de las diferencias políticas, Barrantes destacó por ser el único líder que unificó, por algunos años, a la caótica izquierda política nacional. Su espíritu auténticamente social y su persuasión con los activistas populares, lo hicieron un líder demócrata que enseñó con el ejemplo la hoja de ruta a seguir a muchos de los líderes no solo de izquierda, sino también de las diferentes posiciones ideológicas.

Contra todo pronóstico, en 1983 ganó las elecciones en Lima, y se ungió como alcalde de la capital. Realizó una labor social que fomentó la instalación de los comedores populares en barrios marginales y obras de ayuda. En 1984 funda la localidad de Huaycán, pero su más importante programa por el que será recordado toda la vida fue EL VASO DE LECHE, para dar desayuno a cientos de miles de niños pobres de la capital. También inició una importante obra de refacción integral de las maltratadas pistas limeñas. Pero volviendo al Vaso de Leche, este fue un importante programa social de asistencia alimentaria a personas consideradas como población vulnerable. Como primera prioridad el programa se enfocó en niños de 0 a 6 años de edad, pero también a adultos mayores y personas con tuberculosis.

Este programa del vaso de leche tuvo sus antecedentes en Chile, durante el gobierno de Salvador Allende, denominado “medio litro de leche” enfocado a los menores de 15 años, las embarazadas y las madres lactantes del país. El programa de Barrantes tuvo éxito, tanto así, que después de 9 meses de haber comenzado, se empezaron a repartir alrededor de 600 mil raciones a las niñas y niños de Lima. Todos los niños esperaban con ansias su taza de loza en la mano, luego que mujeres acondicionaban la posta médica local con mesas y cocinas para el preparado de la leche en polvo. Luego, Alfonso Barrantes, a quien cariñosamente lo llamaban “Frejolito” por su carisma y labor social, inauguraría “la casa de los petizos” y “edificios populares” para albergar a miles de personas en extrema pobreza que vivían de la mendicidad y la limosna en las calles. Así Barrantes fue construyendo una imagen de líder social.

Años después de perder las elecciones a la presidencia de la República frente Alan García, la propia izquierda política que él unificará, lo apuñaló traicionándolo a través de muchos de sus pequeños dirigentes, que hambrientos de poder y con la típica envidia y celo político, petardearon sus sueños y metas sociales. Sin embargo, lo que no pudieron extinguir fue su inmenso legado y el valioso recuerdo de un hombre que, como pocos, no se enriqueció con la política, que sirvió al prójimo y que murió en la austeridad el 2 de diciembre del año 2000. Que el ejemplo de Alfonso Barrantes nos sirva a todos de lección, sobre todo en esta lamentable coyuntura de corrupción, caos y anarquía política.

(*) Excongresista de la República

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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