Opinión

Absurdos y ridiculeces del progresismo

Por: Luciano Revoredo Rojas

Los extremos a los que puede llegar el fanatismo de la “corrección política “ propia del progresismo solo tienen el límite del absurdo y el ridículo. Recientemente, el Departamento de Educación de Ontario ordenó a las escuelas que garanticen que los libros de la biblioteca sean “inclusivos”.

En un afán por cumplir esta norma una biblioteca escolar en Mississauga, Ontario, tomó la decisión de retirar de sus estantes todos los libros publicados antes de 2008, de esta forma estarían absolutamente seguros de que los libros en la biblioteca escolar serían equitativos e “inclusivos”.

Sucedió entonces que los estudiantes de la escuela secundaria Erindale al llegar encontraron los estantes de la biblioteca completamente vacíos. Pues todos eran previos a esa fecha arbitrariamente establecida como punto de partida de la inclusión.

La escuela es parte de la Junta Escolar del Distrito de Peel, que recientemente puso en marcha este plan para cumplir con la directiva del Ministro de Educación Provincial de Ontario, Stephen Lecce, para garantizar que los libros de la biblioteca sean inclusivos.

Ante esto, el propio ministro Lecce, miembro del gobierno progresista del primer ministro Doug Ford, declaró el miércoles que había pedido a la junta escolar que cambiara su política:

“Ontario se compromete a garantizar que la incorporación de libros nuevos refleje mejor la rica diversidad de nuestras comunidades. Es ofensivo, ilógico y contrario a la intuición eliminar libros de años pasados que educan a los estudiantes sobre la historia de Canadá, el antisemitismo o los clásicos literarios célebres”.

Entre los libros eliminados estaban los clásicos de la filosofía griega, los clásicos de la literatura universal como La Divina Comedia y hasta el Diario de Ana Frank.

Esta historia delirante no es más que una muestra del nivel de fanatismo y a la vez imbecilidad a la que puede llegar el progresismo en su afán de controlar la mente de los más jóvenes.

En esta línea van los afanes de imponer el lenguaje mal llamado inclusivo, que se pretende hacer de uso obligatorio destruyendo todas las reglas del buen uso del lenguaje. O conceptos tan ridículos como el de apropiación cultural por el cual una persona blanca (a la que se considera per se opresora) no puede usar elementos de cultura (per se oprimidas como las indígenas o negras. Recordemos por ejemplo como en 2015, un tribunal federal estadounidense retiró a la franquicia de fútbol, los Redskins de Washington, los derechos sobre su nombre (“redskin” significa “piel roja”), por el motivo de que era ofensivo para los “nativos americanos”. Algo similar sucedió en Ohio con el equipo de béisbol del Cleveland Indians. Debió retirar el logo de su equipo, el “Jefe Wahoo”, un indio nativo canadiense. En nuestro caso podemos recordar el absurdo y vergonzoso caso en que una empresa nacional voluntariamente se puso de rodillas ante el progrerío mundial para cambiar de nombre a una tradicional mazamorra identificada como Negrita, que no ofendía a nadie, para ponerle un nombre incomprensible a su producto.

(*) Analista politico

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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