Opinión

¿Y ahora quien podrá defendernos?

Por: Julio Cesar Torres M.

Una opinión de política no es fácil. Me animó la desazón y el hecho de ver a los candidatos presidenciales a un nivel tan deficiente. Me refiero a los debates electorales. Los vimos ofreciendo “sus propuestas “ bambas, falsas, truculentas; similar a un noticiero de tv, en plena transmisión en vivo en alguna feria artesanal donde les dan 1 minuto para el “cherry” de sus productos con dudosa procedencia para curar todos los males y problemas del Perú.

A ese nivel hemos llegado. Ellos no creen su propio cuento, no están seguros del libreto, se nota, titubean. No pueden leer o descifrar lo que otro escribió. No responden las preguntas, y todos nos dicen: ¡Yo soy la solución! La mayoría ha estado en política antes y no han hecho nada, solo ofrecer y nunca cumplir. Otros juran no ser corruptos y no explican porque tienen vínculos con la corrupción. Sabemos quién es quién y quienes aprovechan el temporal. ¿Y ahora quien podrá defendernos? Peruanos transitando por este burdel de ofrecimientos a media voz, que más parece una burla. Hasta que caigamos nuevamente y después no hay media vuelta.

Decir la política no me interesa, no es honesto, porque nos debe importar. La política es inherente al ser humano y cada acción o decisión que tomen estos candidatos afectará nuestra forma de vida al menos por unos años y me remito a mi memoria. Cuando era niño acompañaba siempre a mi madre al mercado, muchas veces haciendo colas desde las 5 am, para adquirir productos básicos que escaseaban en un gobierno autoritario y popular donde no todo era bueno para todos. Después vino una democracia acomodada y tibia que dio paso a una nueva sangre con un joven charlatán semi-poeta, loco y choro.

Luego vino el gran cambio, un oriental incorruptible con la promesa de ser tan férreo como su cultura, nos dijo sayonara por fax. Ya sufridos y robados llegó el cholo Pachacútec con su tufo y dañó la honestidad incaica. Recargado regresó por una segunda oportunidad el poeta charlatán y le volvimos a creer. No nos quedaba otra que apostar por la otra revolución, el cosito y su domadora con agendas cuestionadas, que empezó con vestidos sencillos y terminó usando Louis Vuitton y empachada con chocolates en prisión.

Lo demás está más fresco. El millonario que no necesitaba “comisión” y contratos, se aseguró bien con Odebrecht. Luego llegó el presidente con más “Swing” y frialdad para mentir. Con golpetazo se sentó el presidente flash que incentivó a la “generación equivocada” a manifestarse. Todo es lo mismo. Uno peor que el otro. Por eso este 11 de abril piensa bien y decide por un Perú mejor.

(*) Comunicador / Productor

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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