Opinión

¡Vamos con fe, 2024!

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Pitágoras decía que “el principio es la mitad de todo”, hermosa frase que explica, en claro sentido metafórico, la importancia de la planificación, la preparación y la inversión de tiempo y esfuerzo desde el comienzo para maximizar las posibilidades de éxito. Empezamos un nuevo año y debemos tener en cuenta que el futuro es la consecuencia del pasado, que nuestros pasos irán en la dirección que nosotros mismos, en plena conciencia y voluntad, hayamos decidido con anticipación ayer o en todo caso hoy mismo.

No será un año fácil. La pandemia dejó serias secuelas en la economía y el gobierno no ha podido encontrar el camino de la reactivación económica, con más inversión, mayores fuentes de empleo, con mejor calidad de vida en la población como resultado de ingresos que satisfagan las necesidades básicas hasta de los sectores más humildes. A ello se suma la crisis en seguridad ciudadana, debido al incremento de la delincuencia en todas sus modalidades, especialmente en la extorsión, el cobro de cupos y el sicariato. Y la corrupción, que también hace de las suyas en el actual gobierno.

Pero además de la crisis económica, el desempleo y la delincuencia, el gobierno enfrenta otra falencia que aleja las posibilidades de encontrar la solución a esos tres principales problemas. Se trata de la incapacidad, un defecto que, valgan verdades, ha sido común denominador de todos los regímenes gubernamentales, a veces de manera más escandalosa y cínica, otras de forma encubierta o soterrada. Hubo corrupción con PPK, con Vizcarra y con Castillo, también con sus antecesores. Y la hay ahora, con Dina Boluarte, porque los corruptos parecen ser como la materia, no se destruyen, solo se transforman, se repliegan, se esconden, pero después reaparecen. Y si a la corrupción le sumamos ineptitud e incompetencia, tenemos una bomba de tiempo.

Dice un refrán que “a mal tiempo, buena cara”. Es verdad, si hemos de enfrentar un nuevo reto, es necesario evitar que nos gane el pesimismo y el derrotismo, sino, más bien nos debemos de nutrir de esperanza y confianza. Pero ese optimismo no nos debe hacer sacar los pies de la tierra, sino hacer que pisemos con fuerza para poder avanzar con firmeza. Tenía razón Martin Luther King cuando dijo: “incluso si supiera que mañana el mundo se haría añicos, aún plantaría mi manzano”. La fe mueve montañas.

Así es, queridos lectores y amigos. Empezamos una nueva etapa y debemos sacar nuestra mejor versión para lograr los retos que nos hemos propuesto. Que tengan un feliz Año Nuevo 2024, con buena salud, tranquilidad económica y mucho amor. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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