Opinión

Igualdad de oportunidades

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Una cosa es igualdad y otra parecida, pero diferente, equidad. La igualdad es la condición o circunstancia de poseer u obtener una misma naturaleza, cantidad, calidad y valor. Equidad, en cambio, es la cualidad que consiste en dar a cada uno lo que se merece en función de sus méritos, su esfuerzo, su trabajo. Lo que en realidad se debe buscar, entonces, es equidad, la que en el aspecto social se traduce en igualdad de oportunidades para todos. Y esto es lo que se espera del gobierno del profesor Pedro Castillo.

Se habla de repartir la riqueza a todos por igual. Es lo ideal. Sin embargo, sería injusto entregarle una parte a una persona que ha hecho los méritos para ganársela y otra parte igual a alguien que, pese a tener condiciones para trabajar, no lo hace y prefiere el ocio. Darles la misma proporción a esas dos personas sería igualdad, pero no equidad. La equidad tiene un sentido más amplio y más humano que la igualdad.

Hay un famoso dibujo que ilustra la diferencia. Se trata de tres niños que están detrás de un muro que cerca una cancha de fútbol. Los tres quieren ver el partido, pero solo el más alto alcanza. Entonces alguien les da a los tres un banquito y ellos se suben, pero el más pequeño aún no alcanza. El más alto, quien no necesita el banquito, le cede el suyo al que lo necesita. Eso es equidad.

La aplicación de equidad se da, por ejemplo, cuando el gobierno dispone que primero se vacunen contra el COVID las personas más vulnerables, como las de mayor edad, las personas que sufren una enfermedad grave o que tienen una condición especial, como el síndrome de Down.

La igualdad social, en cambio, es un término con un sentido más amplio, pues supone el reconocimiento de la igualdad de oportunidades para todos y ante la ley. Es en este ámbito donde cabe la meritocracia, cuyo mismo significado etimológico (del latín mereo, merecer) explica que es una forma de gobierno basada en el mérito.

Si el gobierno de Castillo hubiese dispuesto la expropiación de casas, ahorros y carros, como muchos temían, entonces se habría salido de los cánones de la meritocracia, pues esas propiedades son producto de un trabajo, de un esfuerzo, de un sacrificio. Por eso no lo hizo.

Lo que se espera también es que desaparezcan el “tarjetazo”, la “vara” y el amiguismo en las convocatorias laborales, licitaciones y otras acciones de gobierno. Igualdad de oportunidades y meritocracia son categorías que se condicen con la justicia. Esperamos que así sea. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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