Opinión

Un Congreso balcanizado (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Un tuitero afirma que una vez una bancada intentó ser mazamorra morada, pero terminó siendo mazamorra de cochino. Lo dijo de manera sarcástica, pues este dulce tradicional limeño merece todos los respetos. Se refirió a la frustrada bancada del Partido Morado, de la que ahora dos de sus miembros forman parte de Integridad y Desarrollo, el grupo parlamentario número 13 que acaba de nacer en el Congreso. La carencia de identificación partidaria, la deslealtad o ignorancia política son los síntomas de un proceso de transfuguismo que parece haber llegado a su etapa más contagiosa.

En el periodo 2001-2006, el Congreso empezó con 5 bancadas y terminó con 8; el 2006-2011, también pasó de 5 a 8; el 2011-2016, de 6 a 9; el 2016-2020, de 6 a 12; el 2020-21, de 9 a 11; y a solo el primer año del quinquenio 2021-2021, de 9 a 13. ¿Cuántas bancadas más se crearán en los cuatro años que faltan?

Como lo decíamos en una anterior columna, quienes practican la estrategia “divide y vencerás” deben estar frotándose las manos. Sus víctimas están cayendo redonditas en el juego y celebrando el trabajo de sus “caballos de troya” y sus “topos”, que ingresaron para espiar, sembrar la discordia y dividir. Aunque, claro, hay tránsfugas que no están envueltos en esas triquiñuelas y sus decisiones solo responden a la ingenuidad, el desconocimiento de la política.

En el 2018, poco antes de fallecer, el exsenador Enrique Bernales decía que “las reformas de Martín Vizcarra son un mamarracho”. El tiempo le está dando la razón, pero este proceso de fragmentación del Congreso también es consecuencia de los factores políticos de siempre, la ambición de poder y los intereses personales o de grupo, así como de la mediocridad de muchos legisladores que no tienen ni idea de la responsabilidad de ejercer la representación del pueblo en el primer poder del Estado. Se trata no solo de una atomización, sino también de una descomposición.

Estamos ante una crisis de representación causada por una desintegración del Congreso sin precedentes. Un Poder Legislativo en estas condiciones difícilmente puede representar a nadie, pues se ha balcanizado y ahora serán más agendas y más objetivos, muchos de ellos como el agua y el aceite, que no se podrán cumplir. Mañana continuamos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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