
Hasta marzo de 2023, el Congreso había rechazado cinco proyectos de adelanto de elecciones. Los parlamentarios, con menos de dos años en el cargo, temían perder sus más de 25,000 soles de ingresos mensuales, incluidos sueldos y otros conceptos. Ahora, cerca de dos años después — tiempo en el que engordaron sus cuentas bancarias— y acercándonos al 2026, algunos congresistas están apurados por vacar a la presidenta Dina Boluarte. Pero hay otra razón de fondo que los habría animado a patear el tablero. Veamos de qué se trata.
En marzo del presente año, el Congreso aprobó la bicameralidad —un sistema reclamado por entendidos en el tema—, pero incluyeron de contrabando una reforma constitucional para permitir la reelección parlamentaria inmediata. Es decir, hicieron que la ley les permita regresar al Congreso para un periodo consecutivo y seguir cobrando sus jugosos sueldos.
Esta situación nos recuerda esa antigua canción que dice “el camaleón, mamá, el camaleón, cambia de colores según la ocasión (…)”. Así son los cálculos políticos: no se piensa en el país, sino en el beneficio personal.
No vamos a abundar en el tema de la improcedencia de un pedido de vacancia por una supuesta cirugía menor que no le impidió a la presidenta seguir realizando sus labores de manera virtual, como muchos congresistas lo hacen desmesuradamente, dejando desiertos sus escaños en el hemiciclo, incluso durante debates y votaciones importantes. Ya reputados constitucionalistas, como Víctor García Toma, Domingo García Belaunde, Ernesto Blume y Ángel Delgado, entre otros, se han encargado de desbaratar dicha hipótesis. Veamos, más bien, las consecuencias y el daño que le causaría al país semejante despropósito.
Desde 2016, ningún presidente peruano ha logrado completar su período de mandato. El último en completar el tiempo de mandato previsto de 5 años fue Ollanta Humala, de 2011 a 2016. De los últimos seis presidentes, solo dos llegaron a su cargo por elecciones; los otros cuatro, por sucesión constitucional.
Esta inestabilidad política ha hecho un grave daño al país, especialmente a la economía, debido al deterioro de su imagen y la consecuente retracción de las inversiones.
Si la actual presidenta es vacada, ¿quién asumiría el gobierno? Al no haber vicepresidente, tendría que ser el titular del Congreso, Eduardo Salhuana. Ya Manuel Merino, en noviembre de 2020, tomó el poder por sucesión constitucional, pero tuvo que renunciar. Solo duró seis días. Peor sería el remedio que la enfermedad. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.