Opinión

Siria y la primavera Árabe

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Tarde o temprano, los gobiernos autoritarios, despóticos y autocráticos llegan al colapso por la voluntad popular. Un claro ejemplo es la Primavera Árabe, proceso que, entre 2010 y 2012, labró el camino hacia la democracia y los derechos sociales en el Medio Oriente. Este fenómeno empezó en Túnez y rápidamente se extendió a Egipto, Yemen, Bahréin, Libia y Siria. Precisamente, en Siria, país donde hace más de 7000 años floreció Mesopotamia, parece haber tenido un efecto retardado, pues recién el último sábado cayó el presidente Bashar al Assad, quien huyó con su familia a Rusia.

En la Primavera Árabe, los grupos opositores en algunos de esos países tuvieron un éxito inmediato, pero el levantamiento en Siria desembocó en una guerra civil de cerca de 14 años de duración, durante la cual perdieron la vida cientos de miles de personas, fueron desplazados millones de sirios, y el país quedó dividido en feudos en disputa.

Sin embargo, como lo ha advertido el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, la caída de Bashar al Assad, a quien acusó de “brutalizar, torturar y asesinar a cientos de miles inocentes”, no garantiza que asumirá un gobierno democrático.

En Egipto y Túnez, por ejemplo, luego de la Primavera Árabe el poder fue ocupado por otro gobernante autoritario y todos los esfuerzos por construir una democracia real se vieron frustrados. Mientras que, en Libia y Yemen, grupos de milicias rivales se disputaron como lobos hambrientos el poder, desatando una sangrienta guerra civil.

Acá mismo, en América, tenemos a Cuba, Nicaragua y Venezuela, donde dictaduras comunistas solo han traído necesidades insatisfechas, hambre y desolación, producto de la corrupción y la ineptitud. Hipócritamente, el régimen de Nicolás Maduro aboga por una solución “pacífica” y “sin injerencia externa” en Siria.

De hecho, la transición del poder en Siria va a estar muy peleada por distintos grupos ansiosos por asumir el mando. La agrupación islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), la alianza de rebeldes que lideró el avance relámpago sobre Damasco, es solo una de las milicias de oposición que compiten entre sí y que ahora deberán acordar la forma de gobernar Siria.

HTS es el grupo más influyente, pero tiene como rival a grupo apoyado por Turquía en el norte de Siria, así como de una alianza laica liderada por los kurdos en el este y que a su vez cuenta con el apoyo de EE. UU. Mientras que el sur del país está dominado por grupos rebeldes locales. Es complejo el futuro de Siria. Esperemos que, por encima de todo, se imponga la democracia y la libertad. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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