Opinión

Sin institucionalidad no hay desarrollo económico

Por: Omar Chehade Moya

Lo venimos advirtiendo hace más de una década cuando ostentamos el cargo de congresista de la República y veíamos que la institucionalidad en el Perú se venía deteriorando al galope: ningún país puede sostener el desarrollo económico con una precaria institucionalidad. Lo dijimos, incluso, cuando las cifras de crecimiento del PBI anual eran del 5%. En Perú el año 2000, caído el gobierno autoritario de Alberto Fujimori existía 48% de pobreza, pero transcurridos 20 años, antes de la pandemia, la cifra se redujo al 19%, esto significó, que más de 7 millones de peruanos dejaron de ser pobres.

Nuestro país se convirtió en modelo sostenido de crecimiento económico en América Latina gracias a que se dejaba atrás el proteccionismo, el estatismo y el subsidio, para pasar a un nuevo modelo de economía social de mercado, en la que el estado tiene un rol subsidiario (invierte solo en los lugares donde el privado no puede llegar) dejando a la empresa privada la inversión y fomento de las actividades económicas, y la creación del empleo tomando como base, que la regla general ha sido en nuestro país que el estado es mal empresario. A ello hay que sumarle, que nuestra Constitución de 1993 dio autonomía al Banco Central de Reserva en el manejo de nuestra moneda, liberándolo de la opresión que tenía de los gobiernos de turno. Con esta sustancial reforma constitucional, se abolió “la maquinita” que era muy utilizada por los regímenes de turno, esto es, la emisión inorgánica de billete, es decir, cuando había inflación el jefe de estado ordenaba al BCR la emisión de dinero sin ningún tipo de respaldo financiero para aumentar los sueldos del sector público y no caer en impopularidad.

A mediano plazo lo que ocasionaba era una hiper inflación y la quiebra de la economía en el país. La década del ochenta para nosotros fue prueba de ello. Esta dependencia del BCR al presidente de la República y de la famosa “maquinita” es la que ha llevado, por ejemplo, a la quiebra económica y pobreza de países ricos como Venezuela y Argentina. El milagro económico se dio en el Perú, debido a que la receta de esta economía social de mercado, abierta al mundo para invertir, la siguieron los gobiernos de Fujimori, Alejandro Toledo, Alan García, PPK y hasta el propio Ollanta Humala.

Sin embargo, siempre sostuvimos que el crecimiento económico que no estuviera acompañado de una fuerte institucionalidad: partidos políticos sólidos, un Congreso y Poder Judicial eficiente, en que se haga valer la división de poderes, sin intervencionismos de caudillos en el poder ejecutivo, podía traer abajo todo lo avanzado en materia económica, porque siempre existiría el riesgo de la llegada de un “mesías” o un líder anti sistema que bajo la excusa de la precariedad institucional y la corrupción, arrase con todo lo avanzado económicamente. Esto estuvo a punto de suceder con la asunción en la presidencia de Pedro Castillo, y ahora con el presunto riesgo que existe de la llegada del desenfrenado Antauro Humala u otro antisistema o comunista al poder. Hoy más que nunca urge cambios verdaderos y profundos en casi todas nuestras instituciones.

(*) Exvicepresidente de la República

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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