Aunque vivimos en tiempos de convulsión política, emergencia sanitaria y crisis alimentaria, no podemos sustraernos a la emoción que causa la celebración de las Fiestas Patrias en conmemoración de aquella gesta heroica que el 28 de julio del 1821 permitió liberar a nuestro país del yugo español, dando paso al surgimiento de la República del Perú. Ese día fue la declaratoria de independencia por Don José de San Martín, cuya acta se firmó un 15 de julio de ese mismo año en Lima.
Ese hecho histórico, si bien fue comandado por el gran libertador argentino, tuvo un antecedente, una serie de batallas en las que intervinieron muchos peruanos y también otros extranjeros. Eso hay que reconocerlo.
Destacan, por ejemplo, próceres y precursores que contribuyeron en su época a la liberación del Perú, como José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru II), Tomasa Tito Condemayta, Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, Micaela Bastidas, Francisco de Zela, Simón Bolívar, María Parado de Bellido, entre otros grandes personajes.
Además de José de San Martín y los venezolanos Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, también hubo otros extranjeros, como el inglés Lord Cochrane, quien además de luchar por Perú, también lo hizo por Chile, Brasil y Grecia.
Fue una unión de voluntades, amor por el país de propios y gestos de hermandad y solidaridad de extraños que, al mando del general San Martín, lucharon por la independencia del Perú, ofrendando incluso su vida.
Todos estos sentimientos, con el estandarte de la honradez y la lealtad formaron un solo puño para liberar al Perú del dominio de las huestes realistas. Qué diferencia con muchos de los personajes que hoy tenemos en el Gobierno, tanto en el Ejecutivo como el Legislativo, donde sigue la corrupción, los “blindajes”, las “repartijas” y los “faenones”.
Esta efeméride nos debe hacer reflexionar para valorar más al país, identificarnos con su historia, su cultura y muchas otras bondades que nos ofrece y que son la envidia de otras naciones, pero que muchos no sabemos valorar. Luchemos por una patria más justa, honesta y digna, como soñaron tantos personajes que ofrendaron su vida por ver algún día a nuestro país libre e independiente. ¡Feliz 28 de julio, queridos lectores! Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.
