Opinión

¡Qué tal profesor!

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Hasta hace ya algunos años, los profesores gozaban de gran prestigio intelectual y honorabilidad, su presencia infundía respeto, parecían rodeados por un halo de sabiduría inmarcesible, eran personas cultas y siempre vestían con elegancia y pulcritud. Los tiempos han cambiado. En el Congreso tenemos a decenas de profesores que desaprobaron los exámenes de suficiencia profesional y por ello respaldan proyectos contra la meritocracia y a favor de la mediocridad. Y, además, un docente que llegó a presidente está preso y su tesis de maestría, para muchos especialistas, fue plagiada. Eso sí, hay maestros capaces, eficientes y decentes, que honran su profesión.

Uno de estos profesores que fueron elegidos congresistas, de nombre Paul Gutiérrez y representante de Abancay, se atrevió a presentar proyecto de ley que pretendía modificar el Código Civil para incluir nuevas causales de “exoneración automática” de pensión de alimentos para hijos mayores de 18 años. Resulta que este educador trató de evadir la manutención de su hija, aduciendo una razón que lo deja como una persona ignorante e inhumana.

Según el citado parlamentario, “no es que no haya querido pagar la manutención. Es que con su mamá le pusimos un nombre. Yo le puse Ruth y su mamá, Linethe”. Luego agrega: “Ella se llamaba Ruth Linethe (no Linethe Ángela). A mí me sorprendió el cambio de nombre que le hicieron cuando fui a cumplir con mis obligaciones. Lamentablemente, eso fue una motivación que me hizo proceder de esa manera, lo cual fue un error”.

Resulta increíble que un profesional de la educación esgrima tales argumentos para tratar evitar lo que no solo es un deber, sino también un derecho, pues para un padre debe significar una alegría y una satisfacción poder velar por la alimentación, la salud y la educación de sus hijos, aunque, por esas cosas del destino, ya no haya relación con la madre.

La Comisión de Ética, como era de esperar, denunció a Paul Gutiérrez por un presunto conflicto de interés debido a que el proyecto de ley podría beneficiarlo en el proceso de alimentos que tiene con su hija. Después del escándalo que armó y ante la indignación y rechazo, el parlamentario retiró su iniciativa legislativa.

Esta es solo una perla de esos profesores congresistas enemigos de la meritocracia y defensores de “niños” y “mochasueldos”. Felizmente, hay —repetimos— miles de docentes que sí son, sobre todo, buenas personas, decentes, responsables y eficientes en su trabajo. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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