Opinión

Presencia infeliz

Por: Antero Flores-Araoz

En los últimos tiempos se protesta por todo, justificándose en que los ciudadanos tienen el derecho a hacerlo y a manifestarse y, además, que ello está consagrado en nuestra Constitución y en los tratados sobre Derechos Humanos de los que el Perú es parte.

El discurso sobre lo expuesto, no solamente se encuentra en boca de políticos y periodistas a los que con frecuencia se les califica de “caviares”, sino también en algunos clérigos, en cuyos sermones y prédica repiten y repiten sobre lo injusto que resulta que personas que participaron en las protestas hayan perdido la vida o estén lesionados, dándoles una dura filípica a las fuerzas del orden que participaron en la represión, confundiéndola con la obligación de repeler la violencia que muchas veces desatan los manifestantes, inducidos e infiltrados por quienes buscan el caos.

Lo que mañosamente no se dice, es que el derecho a la protesta debe ser pacífico y sin armas, conforme lo señala explícitamente también la Constitución. Si la protesta, a través de manifestaciones, plantones, marchas, concentraciones y demás, se realiza con violencia y/o con armas, ella pierde legitimidad y no puede ello pasarse por agua tibia y ser tratado benévolamente.

El tema es muchísimo más grave, cuando los que protestan en las diferentes manifestaciones públicas, lo hacen existiendo declaración de emergencia, en que algunos derechos humanos, como el de reunión, están suspendidos. Ergo quienes concurren a tales actos de protesta, están infringiendo la ley y exponiéndose al peligro que les puede significar la acción de las fuerzas del orden, las que están llamadas a mantenerlo o a recuperarlo en caso de afectación. Evidentemente, no todas las reuniones están suspendidas, pues usualmente se asiste a espectáculos deportivos como también artísticos, a oficios religiosos, a cinemas, a clases, a reuniones sociales y a un sinfín de otras actividades absolutamente inocentes y pacíficas. Sin embargo, no hay que confundirlas con las que en ellas se puede generar violencia.

Si, quienes de buena fe, aunque con desconocimiento de la Ley, concurren a las protestas a las que nos referimos, cuando el derecho de reunión, por la declaración de emergencia, está suspendido y observa que la protesta se torna violenta, nos tenemos que preguntar ¿Por qué demonios sigue en ella? exponiendo su vida e integridad. Lo sensato es retirarse y no ser pasible de que cualquier daño colateral, venga de los propios manifestantes o de la Policía, pueda perjudicarlo.

Como vemos hay quienes por sus acciones u omisiones, contribuyen al daño del que pueden ser víctimas, lamentable por cierto, pero no por ello tiene que culparse a las fuerzas del orden, que por lo general reciben agresiones físicas de malos actores de la protesta, utilizando armas regulares, armas hechizas, bombardas, avellanas, hondas y huaracas, así como también piedras que son usadas como proyectiles, pues su impacto puede ser muchísimo mayor que balas o perdigones.

No olvidemos, los Derechos Humanos son universales, ergo alcanzan a civiles como a militares y policías.

(*) Ex presidente del Consejo de Ministros

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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