Opinión

¿Por qué la agresión a Dina Boluarte en Ayacucho?

Por: Omar Chehade Moya

Hace unos días, la presidente Dina Boluarte se estaba dando un baño de popularidad en Ayacucho, acompañada del gobernador de esa región, Wilfredo Oscorima.

Fiel a la costumbre de la región, lanzaba lluvia de caramelos a la gente reunida alrededor suyo. Sin embargo, todos los allí presentes no eran simpatizantes, había también mujeres dolidas por la muerte de sus esposos o familiares que, hace un año, luego de las protestas contra su flamante gobierno, lamentablemente perdieron la vida producto de la represión descontrolada.

En el momento de la algarabía presidencial y la “lluvia de caramelos”, una señora burló el cordón policial y jaló fuertemente del cabello de la presidente Boluarte, mientras otra la empujaba insultándola.

A los pocos días, para justificar la debilidad de la protección de la mandataria, el gobierno destituyó al director de la Policía. Es bien sabido, que cuando los jefes de Estado caminan por las calles para saludar a la gente, existen dos y hasta tres cordones o anillos de seguridad que protegen al presidente de la República. Entonces: ¿qué sucedió? ¿es tan fácil llegar a tocar o empujar a la presidenta? Si la respuesta fuera afirmativa, entonces lamentablemente cualquier delincuente podría asesinarla o atentar contra su vida o su integridad física.

Todo es muy raro, demasiado sospechoso y pocas veces visto en nuestra moderna historia republicana, excepto que nos vayamos hacia 1872 cuando después del golpe de estado de los hermanos Gutiérrez contra el coronel José Balta (para impedir la asunción al mando presidencial de Manuel Pardo) dos de los cuatro hermanos golpistas salieron a caminar por las calles del centro de Lima y la turbamulta al reconocerlos los linchó para luego colgarlos del atrio de la Catedral de la Plaza de Armas, y posteriormente quemar sus cuerpos. El último suceso fue el magnicidio del presidente Luis Miguel Sánchez Cerro, cuando el 30 de abril de 1933, un joven activista de apellido Leiva le disparó de cerca, asesinándolo, mientras el presidente en el antiguo hipódromo de Santa Beatriz pasaba revista a sus tropas que se preparaban para un posible conflicto armado contra Colombia. Pero han pasado 90 años de aquel magnicidio.

Luego, un incidente contra el presidente Juan Velasco Alvarado a comienzos de los setenta, terminó con la historia de atentados contra la vida de los presidentes. ¿Por qué la debilidad en la defensa de la seguridad presidencial? Luego el gobierno y el ministro del interior optaron por el facilismo de dar de baja al director de la Policía y a otros mandos, humillando y bajando la moral de la institución policial. ¿Acaso no se sabe que por la Ley 29158, es la Casa Militar de Palacio de Gobierno la responsable de la seguridad del presidente y de su familia? Lo lógico es tener un sistema de inteligencia preventiva que evite cualquier atentado contra la presidenta. Muchas preguntas y pocas respuestas, pero casi siempre la Policía es cabeza de turco y termina injustamente mal parada.

(*) Exvicepresidente del Perú.

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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