Opinión

Política alternante. Carrera pública estable

Por: Fernando Cillóniz Benavides

Eso de cambiar funcionarios públicos a cada rato es una aberración. Toda institución –ya sea pública o privada– requiere de un mínimo de estabilidad y continuidad para ser eficiente en el tiempo.

Pero no. En nuestro país, el cambio de funcionarios públicos se ha vuelto una rutina perniciosa. Cada cambio de ministro –y vaya que tenemos cambios de ministros a cada rato– conlleva la renovación de todo un séquito de funcionarios, entre los que se encuentran viceministros, directores, asesores, secretarios y demás. Incluso, en la mayoría de los casos, entran más que los que salen.

No obstante, lo peor de todo es que los procesos en curso se traban, o –en el mejor de los casos– se retrasan. Por eso los servicios del Estado son tan precarios. Porque no hay estabilidad ni continuidad funcional en las instituciones públicas. Por eso los proyectos quedan truncos. Porque los funcionarios que asumen –aparte de verse obligados a transitar por la curva de aprendizaje– generalmente aplican el célebre “borrón y cuenta nueva”. Por eso tenemos miles de proyectos inconclusos desparramados por todo el país.

A este respecto, pareciera que muchos congresistas, periodistas y público en general no están conscientes del problema. Tan es así que muy frecuentemente exigen cambios de ministros por motivos verdaderamente ridículos. Lo mismo ocurre con casi todos los gobernadores regionales y alcaldes. Cuando acceden al poder –además de ingresar con su equipo de confianza– cambian a todo el mundo. Incluso a los funcionarios de carrera.

Debemos aprender de otros países donde se respeta la carrera pública. Incluso de un puñado de instituciones autónomas de nuestro país, entre las que destacan el Banco Central de Reserva (BCR), la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS), y –hasta antes de este Gobierno– el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (INDECOPI), entre otras.

Una cosa es la política. Y otra cosa es la carrera pública. La primera es alternante. La segunda es estable. Al menos, así debería ser.

Recuerdo cómo, a los pocos días de asumir la cartera de vivienda, el flamante ministro de entonces Carlos Bruce cambió al directorio de SEDAPAL en pleno. Efectivamente, todos los directores fueron reemplazados. El aniego del desagüe de San Juan de Lurigancho fue el detonante de tan radical decisión. Días después, salió Bruce del Ministerio.

Pregunta: ¿Cómo quedó el nuevo directorio de SEDAPAL? ¿El nuevo ministro cambió nuevamente al directorio de SEDAPAL? O más dramático aún. ¿Cómo quedó la empresa? El hecho es que –efectivamente– los directorios de SEDAPAL duraron lo que duraron los ministros de vivienda.

Por eso los aniegos siguieron… y seguirán. ¡Pésimo! Por otro lado, Gallegos –el Gobernador Regional de Ica– cambió a todos los directores regionales de la gestión anterior. ¡A todos! Todos los directores regionales de salud, educación, transportes, agricultura, etc. fueron removidos y reemplazados por allegados al partido del nuevo gobernador. Y junto con los nuevos directores, entraron cualquier cantidad de militantes y recomendados.

¿Resultado? La corrupción y el maltrato volvieron al Gobierno Regional de Ica. Los proyectos hídricos entre Ica y Huancavelica quedaron truncos. Y muchos otros procesos también. Peor aún, algunos funcionarios corruptos –destituidos por la gestión anterior– fueron repuestos en sus cargos. ¡Clientelismo político puro y duro!

Ahora tenemos nuevamente los escandalosos audios de las ventas de puestos de trabajo en el Hospital Regional de Ica, y la vuelta de la mafia de los brevetes… al mismo estilo de los Dinámicos del Centro.

¿Cuándo aprenderemos que una cosa es la política y otra la carrera pública?

(*) Expresidente regional de Ica

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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