Opinión

Petulancia aérea

Por: Antero Flores-Araoz

Al observar que el llamado “Avión Presidencial” tuvo que socorrer a un grupo de peruanos que se encontraban de visita turística en Israel cuando acontecieron los arteros ataques de los integrantes de la banda criminal “Hamas”, nos lleva a poner en blanco y negro algunas reflexiones. La primera de las reflexiones es que deberíamos sincerar la denominación dada al viejo avión (Boeing 737-500) que hace las veces de “avión presidencial”, pues es un avión de transporte de pasajeros que, convenientemente adaptado, podría servir también para transporte de mercancías. Este está asignado a la Fuerza Aérea del Perú (FAP). El problema es que ya es antiguo y no ofrece las seguridades que corresponden.

El avión en cuestión fue adquirido de segunda mano en los primeros años de la década de los noventa, por lo que tiene muchos lustros y su autonomía de vuelo es reducida, no más de seis horas según me dicen los entendidos. En buena cuenta, es un avión que nos hace recordar a los antiguos ómnibus de la línea “Cocharcas José Leal”, que tenían que parar en cada esquina.

En un país como el Perú, con muchas carencias, es una fanfarronada tener avión presidencial, encima antiguo, con deficiencias y con un aforo insuficiente, pero no tener transportes suficientes y óptimos para las fuerzas del orden.

Hay que dejar de lado tanta petulancia y reemplazar al avión al que nos referimos, más conocido como “avión parrandero”, por otros de mayor autonomía de vuelo, con la posibilidad de llevar muchísimos más pasajeros o carga y que no solo sirva para las operaciones de transporte de personal de las Fuerzas Armadas, sino para la ayuda necesaria en caso de desastres naturales, como por ejemplo las inundaciones, desembalses, huaycos y otras desgracias como consecuencia del Fenómeno del Niño, que es recurrente o ante terremotos que pueden producirse por efecto de la colisión de la placa de Nazca, máxime que estamos en zona sísmica.

No olvidemos que tener buenos transportes aéreos, marítimos y terrestres a cargo de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional tienen doble función: esto es servir para tiempos de beligerancia bélica externa o interna pero también, como hemos visto, para ayudar ante desastres naturales de envergadura.

Por lo señalado, ya es tiempo que renovemos nuestros aviones de transporte de las Fuerzas Armadas que por antigüedad dejaron de ser confiables al igual que helicópteros. Necesitamos más naves de transporte tanto marítimo como fluvial y lacustre y ni qué decir de los transportes terrestres.

Hay material militar que no se renueva desde los tiempos del General Velasco Alvarado lo cual es inaudito y ello como consecuencia del pensamiento de algunos gobiernos en el sentido que en los tiempos en que vivimos no requerimos tener más armamento. Pues craso error: cuando se es débil se abusa de la situación y como decía la frase atribuida a Julio César pero que en realidad perteneció al pensador Vegecio: “Para tener paz hay que prepararse para la guerra”.

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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