Opinión

Perdió el JNE en el debate de Chota

EDITORIAL

Si hay un claro perdedor en el debate de Chota, ese es el Jurado Nacional de Elecciones (JNE). Los organizadores tuvieron solo dos días para coordinar y preparar todo, no solo en una carrera contra el tiempo, sino también en una lucha frente a las dificultades que, para este tipo de actividades, se presentan en lugares tan alejados de Lima como dicha ciudad cajamarquina. El JNE, con todo su equipo técnico, aparato logístico y apoyado por la alta tecnología, no lo hubiera logrado.

Ni bien los candidatos pactaron el debate, el presidente del JNE, Jorge Luis Salas, se curó en salud y dijo que su institución de ninguna manera organizaría el encuentro de Chota. Aclaró que el JNE realizaría solo sus debates ya programados, los cuales se encuentran “debidamente estandarizados” y se ejecutan “bajo condiciones de bioseguridad”.

Diversos especialistas de Lima, acostumbrados a los cuadriculados formatos tomados al pie de la letra para organizar debates, con moderadores de dudosa imparcialidad y otros acuerdos en la trastienda, también pusieron el grito en el cielo y dijeron que sería imposible realizar el encuentro de Chota.

La verdad que era difícil y complicado organizar un debate en un lugar abierto y con público como la Plaza de Armas. Ante la negativa del JNE, el alcalde de Chota asumió el reto y convocó a los gremios periodísticos y diferentes autoridades de la ciudad, incluyendo a la subprefectura y la Policía, así como a las rondas campesinas y urbanas.

No solo había que instalar el escenario y planificar la estructura del debate, sino también coordinar y articular acciones que permitan garantizar la seguridad tanto de los candidatos presidenciales como de todos los presentes. Un equipo humano denominado ‘Comisión facilitadora’ se puso inmediatamente manos a la obra.

El esperado debate se realizó sin mayores contratiempos, con una metodología clara en la exposición y con todos los rigores necesarios para la seguridad. Los cinco minutos para cada tema y minuto y medio de réplica les permitieron a los contendores exponer con libertad y redondear ideas. Cuando se acababa el tiempo automáticamente se apagaba el micrófono. Fue muy diferente al confuso esquema del JNE, en el que a los candidatos hasta les sobraban dos segundos y en otra intervención tenían que utilizarlos si así lo estimaban conveniente.

El debate de Chota salió tan bien que recibió múltiples elogios. Hasta Fernando Tuesta Soldevilla, exjefe de la ONPE, expresó que “Chota recibió el encargo de organizar un debate, en que los candidatos no midieron ni se preocuparon por los costos y consecuencias. Pero, contra el tiempo y la adversidad, el pueblo chotano lo logró con éxito. El mayor de los reconocimientos”. Una lección para el JNE.

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