
Las grandes Marchas por la Democracia que se vienen realizando en todo el país traen al recuerdo las revoluciones en las que Arequipa se levantó también en defensa del sistema democrático enfrentándose a la dictadura de turno, como ocurrió en 1950 con el sacrificio de Arturo Villegas y Carlos Bellido, quienes cayeron abaleados por los esbirros del régimen cuando integraban un grupo que, con bandera blanca, se encaminaba a la búsqueda de un acuerdo de paz con el gobierno.
En esa ocasión, el levantamiento fue encabezado por un grupo de escolares, seguido por estudiantes universitarios plegándose luego casi toda la Blanca Ciudad cuya tradición democrática y revolucionaria viene de larga data y se mantiene incólume y vibrante hasta nuestros días como lo demuestran las grandes marchas ahí realizadas durante las últimas semanas y, en especial, la de ayer.
Ese espíritu indómito y que no se inclina ante el Poder se refleja hoy a lo largo y a lo ancho del territorio nacional: en forma espontánea, comunicándose en muchos casos a través de las redes sociales, miles de ciudadanos salen a las calles y ocupan las plazas para pedir la vacancia de Pedro Castillo, hoy Presidente fraudulento del Perú no solo por las evidentes y visibles manipulaciones de un JNE manejado fundamentalmente por rojos y caviares, sino también porque engañó al pueblo con el cuento de una “nueva Constitución” que, según el mismo ha reconocido, ni siquiera tiene un anteproyecto ni texto alguno.
Y ciertamente sigue actuando dentro del contexto de una abierta incapacidad moral en la medida de su nunca deslindada vinculación con Vladimir Cerrón y el partido Perú Libre, que en realidad constituye una organización delictiva denominada “Los Dinámicos del Centro”.
El proyecto comunista de Castillo y Cerrón trae en su seno no solo una ideología obsoleta y totalitaria sino que sus propios actores están demostrando incapacidad y ejecutoria delincuencial. No pasarán.
(*) Presidente de Perú Nación Presidente del Consejo por la Paz
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