
El abrazo entre la presidenta del Congreso, Marisol Alva, y el vocero de Perú Libre nos ofende. Entendemos que hay momentos en la confrontación política en los cuales resulta indispensable bajar la tensión, pero definitivamente no creemos en la tregua y mucho menos en expresiones de “ternura” con el enemigo.
Pedro Castillo Terrones representa no solo la ineficiencia en el gobierno, sino que es también la cara local del complot internacional del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, que quiere imponer en el Perú el sistema aberrante del socialismo del siglo XXI.
Los cuatro gabinetes ministeriales designados en apenas seis meses de mandato han erosionado terriblemente la institucionalidad republicana. Como han señalado los más acuciosos, el promedio de permanencia en el cargo de los distintos ministros es de apenas unos tres días, lo cual hace imposible la gobernabilidad.
La cuestión, sin embargo, no es apenas técnica y ni siquiera es solo de tipo moral. El presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres, se ha pintado de cuerpo entero como un sujeto agresivo, con rasgos de troglodita que amenaza al Congreso y al país casi literalmente con una guerra civil puesto que asegura que “correrá sangre” y el pueblo “se descolgará” de los cerros si procede la vacancia presidencial.
Con expresiones como esa, sumadas al brulote de acusar a la oposición de golpista porque se reúne en un foro extraparlamentario a intercambiar puntos de vista bajo el facilitamiento de una respetable fundación alemana, lo que ha declarado Torres es la guerra frontal.
En ese escenario de conflicto no es dable aceptar las “disculpas” de un mono con metralleta que se siente empoderado por ocupar el premierato; tampoco cabe postular un nuevo diálogo “constructivo”; y resultan chocantes las expresiones y gestos de tibieza como los abrazos con los voceros más recalcitrantes del régimen como el señor Waldemar Cerrón.
En la guerra frontal se combate sin parapetos, las ofensivas se frenan a pecho abierto y en la mesa de negociaciones paralela se trabaja desde una posición de fortaleza, sin demostrar la más mínima debilidad.
Entendemos que a la fecha no hay votos suficientes para la vacancia presidencial debido a la reiterada traición de Acción Popular y a la doble cara de APP; la negación de la confianza al Gabinete todavía es incierta; sin embargo el Parlamento no está desarmado, tiene ya en sus manos un instrumento muy poderoso que debiera propulsar: la acusación contra Pedro Castillo por infracción constitucional y delito de traición a la patria.
La guerra no la hemos buscado, la han provocado Castillo y todos los intereses del narcotráfico y el comunismo que él enmascara. El pueblo está listo para tomar las calles y combatir dentro del orden constitucional y el Estado de Derecho, pero exige que sus representantes en el Congreso no sean tibios, cobardes o confusos. Es hora de liderar la acción con una demostración clara de fortaleza y unidad. El objetivo de redemocratizar a la patria no debe ser desatendido ni postergado. ¡Mantengan coherencia y firmeza, señores parlamentarios!.
(*) Analista político
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