Opinión

Ni vencedores ni vencidos

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Muchas veces, el pasado se mezcla con el presente y ambos dan lugar a una realidad que, salvando las distancias de la historia y de contexto, nos parece haberla visto antes o conocido a través de los medios de comunicación. “¿Ni vencedores ni vencidos?” es una película documental que relata un pasaje de la historia de Argentina y cuyo título podría servirnos para resumir lo ocurrido en la denominada “Toma de Lima”. No hay vencedores ni vencidos.

En realidad, la frase “ni vencedores ni vencidos” es atribuida a Justo José de Urquiza, un militar y político argentino que fue varias veces gobernador de la provincia de Entre Ríos, líder del Partido Federal y presidente de la Confederación Argentina entre 1854 y 1860. Por su parte, el filme “¿Ni vencedores ni vencidos?”, escrito sobre un pre guión de Ernesto Sabato, se produjo entre 1968 y 1970 y estrenó el 27 de julio de 1972.

Se trata de procesos políticos y sociales de una hermana república como Argentina muy distintos a los sucesos que ocurren actualmente en el Perú, pero nos quedamos con la frase, pues los hechos del 19 de julio en Lima tienen causas y consecuencias diferentes, pero en el balance general tampoco hay vencedores ni vencidos.

No han ganado el Gobierno ni la oposición. Ni la derecha ni la izquierda. Ni los caviares tibios, ni los políticos extremistas, ni los rezagos de Sendero que también intentaron meter sus narices. Y si no hay vencedores, tampoco hay vencidos, por una simple deducción lógica.

Eso sí, las protestas, que no solo se han realizado en Lima, sino también en decenas de ciudades del interior del país, son un termómetro del descontento social respecto al gobierno de Dina Boluarte. No se puede desconocer, desmerecer y mucho menos ignorar que hay un elevado rechazo a la gestión de quien asumió la Presidencia a través de un mecanismo legítimo como es la sucesión del poder, pero que seis meses de gestión no ha podido consolidar un gobierno que proyecte confianza y estabilidad.

Esa solidez macroeconómica de la que suelen hacer referencia el premier y el ministro de Economía debe reflejarse en la microeconomía, es decir, en los bolsillos de la población. Las tasas de desempleo siguen altas y los índices de delincuencia, una de las mayores preocupaciones de los peruanos, tampoco se han reducido.

Seis meses es tiempo suficiente para instalarse y adoptar acciones de gobierno que se traduzcan en credibilidad. Por lo tanto, las medidas que anuncie la presidenta en su mensaje a la nación de 28 de julio serán clave. Porque lo que dio y escribo siempre lo firmo.

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