Opinión

Narcoterror en el Vraem (II)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

El Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) tiene una extensión de 57 mil 735 kilómetros cuadrados que se distribuyen entre Ayacucho, Cusco, Huancavelica y Junín. Son en total 51 distritos cuya superficie es más grande que todo el departamento de Lima (34,802 kilómetros cuadrados). Este lugar, poblado de montañas, quebradas, caminos de trocha y riachuelos, ciudades, comunidades campesinas, aldeas y casuchas escondidas en medio de la selva, es el campo de acción del autodenominado Partido Militarizado Comunista del Perú, que —al mando de Víctor Quispe Palomino, “camarada José”— asesinó el último sábado a siete policías en una cobarde emboscada.

Con frecuencia se comete el error de no diferenciar a esta organización, que no era reconocida por Abimael Guzmán, de Sendero Luminoso propiamente dicho, aunque sigue abrazando el “marxismo, leninismo y maoísmo”. Han reemplazado la frase “pensamiento Gonzalo” por “principalmente maoísmo”. Para el análisis, ese detalle es importante, pues significa que puede haber remanentes de Abimael Guzmán que no estén en la línea de “camarada José”.

El llamado Partido Militarizado Comunista del Perú no se trata, por lo tanto, del brazo armado de Sendero Luminoso, sino una escisión del mismo y que estaría funcionando de manera simultánea con los seguidores leales a “Gonzalo”. De tal manera que una cosa sería el terrorismo y otra el narcoterrorismo. Confundirlos puede resultar perjudicial en la lucha contra ambos.

Ningún político o analista lo ha mencionado, pero el viernes 10 de febrero el Gobierno amplió por 60 días el estado de emergencia en 44 distritos de las regiones de Ayacucho, Huancavelica, Cusco y Junín, precisamente donde está el Vraem, centro de operaciones de Quispe Palomino. El asesinato de los siete policías podría ser una represalia por esta medida, que supone más control de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas en esa región.

Por lo demás, llama la atención el ensañamiento de los narcoterroristas del Vraem. Le dispararon al chofer para que pierda el control y vuelque el vehículo, remataron a los policías heridos y dejaron sus cuerpos como un mensaje. Hay diferentes versiones sobre la razón de este sangriento atentado y una, incluso, menciona una venganza por un supuesto cobro de cupos y decomiso de droga por parte de las autoridades. Todo debe ser investigado minuciosamente para dar con la verdad. Las muertes en el Vraem no pueden quedar impunes. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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