Opinión

La falsificación en la historia

Por: Víctor A. García Belaunde

Para lograr una prebenda y obtener un ingreso de manera fácil apareció Elmyr de Hory uno de los más famosos falsificadores de obras de arte, cuyos “trabajos” se exhibían en las más famosas galerías de Europa. De Hory falsificó a Picasso, Cezanne, Renoir, Matisse y otros grandes artistas; se suicidó para evitar que lo extraditen y procesen por falsificador.

Otro tipo de falsificación se necesitó para obtener fama, y eso ocurrió con Charles Dawson un abogado de profesión que en célebres excavaciones descubrió para el mundo al “hombre de Piltdown” (1912), en respuesta al descubrimiento al hombre de Neanderthal (1856) y el hombre de Heidelberg (1907). Los fósiles de Piltdown se les consideraba que correspondían al “eslabón perdido”, es decir la especie de homínidos que concentraba rasgos humanos y simios. Dawson murió en 1916 y vivió 4 años de fama siempre cuestionada. En 1953 el fraude se puso al descubierto, señalando que Dawson falsificó los restos que supuestamente halló.

En nuestro país la falsificación ha sido parte de su historia. Luis Humberto Delgado Coloma teniendo como ejemplos los fraudes realizados en Europa se dedicó a falsificar documentos firmados por nuestros héroes y de esa manera restarle responsabilidad a Mariano Ignacio Prado y su viaje que deserta a la presidencia de la república en plena guerra contra Chile. Delgado en su texto “Estampas de la Guerra Perú y Chile – 1879” publica cartas de Grau, Cáceres, García Calderón y Montero donde todos ellos solicitan a Prado que viaje a traer armas y barcos.

En un libro similar al anterior, Delgado falsifica una carta como si esta fuera remitida por José Gálvez al dictador Prado a quien lo califica como artífice de la victoria contra España cuando no se abrían los fuegos del 2 de mayo. La carta adquirió más popularidad en el mundo académico cuando se publica en la Historia Marítima del Perú de Fernando Romero Pintado.

Delgado logró tener fama de “historiador” por algún tiempo, pero cuando fue descubierto por Percy Cayo y Armando Nieto, su mundo pareció derrumbarse y delinquió hasta llegar a la cárcel acusado de complicidad en un homicidio, muriendo en prisión. En el Perú de hoy los falsificadores realizan su obra solo para burlarse de la ignorancia de la gente; no se busca fama ni dinero solo ver cómo un grupo de personas creen a ciegas algo que se les cuenta y simplemente se asume como real.

Para esto recordemos que escribí sobre un falso “Decreto de Bolívar” en el cual fusilaba a los burócratas que se apropiaban del presupuesto público, cuando este aun no existía; de Roque Sáenz Peña como supuesto autor de la frase ¡Viva el Perú carajo! cuando el héroe de Arica nunca la pronunció; de Ramón Castilla a quien se le inventó no tener lugar donde vivir, cuando tuvo casas en Tarapacá y Lima.

Un italiano de apellido Varese cuyo hermano tenía nexos con la guerrilla nicaragüense en los 80s, cayó preso en nuestro país por homonimia y empezó a verter en el Perú un supuesto genocidio acusando al presidente Belaunde en 1964 de usar napalm, helicópteros etc. contra la población matsé, como si en la selva peruana se viviese al estilo de la guerra de Vietnam. A pesar de haberse desmentido este infundio, aun aparecen en las redes sociales como un hecho que los gobiernos peruanos no quieren que se conozca, cuando todo está documentado en la revista Caretas del 13/4/1964, tratándose del rescate de los comisionados que buscaban los terrenos para construir una carretera.

Los móviles de ayer para falsificar la historia no son los mismos de hoy; ahora prima la burla o la revancha personal como intentos de desprestigiar personajes que no tienen mancha o exaltar acontecimientos que no necesitan de más adornos que la realidad. ¿Para qué tenemos ministerio de Cultura?

(*) Excongresista

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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