Opinión

Narcoterror en el Vraem (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

¿Quiénes asesinaron a los 7 policías en el Vraem? Algunos dicen que fueron narcoterroristas. Otros, que fueron remanentes de Sendero Luminoso. También hay quienes señalan que da lo mismo, porque al fin y al cabo todos son terroristas. Esa es, precisamente, una de las razones —quizá la principal— por las que aún no se ha solucionado definitivamente este grave problema.

Lo decía Sun Tzu en “El arte de la guerra”: “Si eres ignorante de tu enemigo y de ti mismo, puedes estar seguro de ser derrotado en cada batalla”. Y eso es lo que está pasando en el Vraem, donde campea el narcoterrorismo a punta de pólvora y dinamita. Para muchos políticos y hasta analistas, decir que son terroristas es suficiente. Pero estos errores de concepto, cuando se trata de tácticas y estrategias, son garrafales tanto en el campo político-ideológico, como militar.

La historia de Sendero Luminoso tiene tres etapas bien marcadas. La primera empezó en 1980 con el denominado Inicio de la Lucha Armada (ILA) simbolizado en la quema de actas electorales en Chuschi, Ayacucho. La segunda se sitúa en 1992 con la captura de Abimael Guzmán. Y la tercera empieza en 1999 con la caída de Óscar Alberto Ramírez Durand, “Feliciano”.

Abimael Guzmán no reconocía a Víctor Quispe Palomino, “camarada José”, y a sus hermanos, quienes operaban en Ayacucho, como miembros de la organización. Rotas las relaciones con “Gonzalo”, el clan Quispe Palomino empieza a usar el nombre de Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP), que previamente fue conocido como “Proseguir”.

Esta cofradía de terroristas, al mando del “camarada José”, cobra más poder en agosto del 2013, tras la muerte de Orlando Borda Casafranca, “camarada Alipio”, quien era miembro de la Comisión Militar y del Comité Central de Sendero Luminoso. Del clan Quispe Palomino ya han sido abatidos Jorge (“camarada Raúl”) y Marco Antonio (“Raúl”). Solo quedó “Jesús”, quien ha organizado a sus huestes en el Vraem en una convivencia con el narcotráfico que hasta ahora trae de vuelta y media a las fuerzas del orden.

De tal manera que las huestes de “camarada José” no son senderistas propiamente dichos, sino parte de una escisión de la organización que fundó Abimael Guzmán y su radio de acción se circunscribe al Vraem.

¿Qué pasaría si los terroristas infiltrados en las marchas de protesta no son hombres del “camarada José”, sino los seguidores de la línea de Abimael Guzmán? Tendríamos, entonces, dos enemigos. Ese es el problema de confundir las cosas y meter todo en el mismo saco. Mañana continuamos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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