Opinión

Hombre lobo y bala de plata

Por: Martín Valdivia Rodríguez

El hombre lobo, también conocido licántropo, es una criatura mitológica en muchas culturas del mundo. Según el poema “Las metamorfosis”, de Ovidio, Licaón, rey de Arcadia, fue convertido en un lobo rabioso como respuesta al intento de servir carne humana durante la visita de Zeus, para refutar o desaprobar la divinidad del Dios. Quizá ese es el antecedente más remoto del hombre lobo que, de acuerdo con las creencias, solo puede caer muerto si es impactado por una bala de plata.

Curiosamente, en distintos países del mundo la bala de plata es usada como una metáfora para simbolizar la solución a diversos problemas.

Muchos países y culturas, especialmente de Europa y América, tienen historias sobre hombres lobo, como son los casos de España, Grecia, Bulgaria, Dinamarca, Finlandia, Hungría, Turquía, Suecia, Brasil, Uruguay y Argentina. De tal modo que en varios de estos lugares se pensó que la bala de plata era la única munición capaz de matar a una bestia de ese tipo. Con los años, la bala de plata se convirtió en la metáfora para designar el remedio infalible o la solución definitiva para resolver un problema con una acción directa y definitiva.

En el ámbito político, en los países de la península ibérica, una bala de plata es una acción, medida o ley efectiva contra problemas como la corrupción, el desempleo, el terrorismo, etc. En otros países, entre ellos el Perú, una bala de plata es la respuesta negativa que daría el Congreso de la República a una cuestión de confianza presentada por el Poder Ejecutivo. En nuestro orden legal solo habría dos balas de plata, pues si se censura o niega el voto de confianza a dos gabinetes de un mismo gobierno, el presidente de la República queda en la facultad de cerrar el Congreso.

Hace unos días, el premier Aníbal Torres solicitó al Congreso que se apruebe la iniciativa del Ejecutivo para que se derogue la Ley 31399, que protege la Constitución para limitar el referéndum. Si el Parlamento le niega la confianza, estaría gastando su primera bala de plata y quedando cerca de la disolución.

Ese es el gran temor de muchos congresistas, especialmente de aquellos que lo que menos quieren es perder su sueldo de S/15,600, aparte de muchos otros beneficios. El mismo miedo que tienen a estampar su firma en la moción de vacancia presidencial, que necesita 87 votos para ser aprobada. No hay hombres lobo en la política, pero a algunos se les escarapela el cuerpo. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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