Opinión

“El que nada debe, nada teme”

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Desde 1993, la Organización de Estados Americanos (OEA) ha enviado 177 misiones a 26 países del hemisferio para supervisar y promover elecciones libres y justas. En algunos casos, ante denuncias de fraude e indicios razonables presentados, la OEA puede atender la solicitud de un grupo de organizaciones de un país para realizar una auditoría del proceso electoral. Cinco partidos políticos peruanos han realizado ese pedido ante las sospechas y dudas ya conocidas. Si unas elecciones fueron transparentes y reflejan la voluntad de la ciudadanía, ¿por qué temer que se haga una supervisión?

La OEA y sus estados miembros, entre estos el Perú, reconocen que las elecciones libres y justas son un componente fundamental de la democracia y del papel del organismo multilateral para garantizarlas. Sin embargo, el número de misiones cuyos reportes fueron negativos dice muy poco sobre la calidad de los procesos electorales, a lo que se suma el hecho de que algunos países han abandonado dicho organismo, medida que abre sospechas sobre falta de claridad en sus democracias.

No obstante, hasta países como Bolivia, donde el sistema democrático es objeto de muchos cuestionamientos, siguen adscritos a la OEA. Por ello, este organismo aceptó realizar una auditoría de las elecciones celebradas en 2019 en Bolivia y su conclusión fue: “Hubo manipulación dolosa e irregularidades graves que imposibilitan validar los resultados”.

En el documento final de la OEA, sobre las elecciones de Bolivia realizadas ese año, se afirma que “hubo una ‘manipulación dolosa’ e ‘irregularidades graves’ que hacen imposible validar los resultados emitidos originalmente por las autoridades electorales bolivianas”.

Dice un antiguo refrán que “el que nada debe, nada teme”, cuyo significado se debe tener muy presente en esta coyuntura electoral y en todo proceso de investigación donde el sospechoso se sabe inocente, pues si efectivamente lo es y está tranquilo con su conciencia, no debe tener miedo. No hay nada más saludable para el país y todos los peruanos que haya evidencias contundentes de que este proceso electoral fue limpio y transparente. De lo contrario, que se haga justicia. Porque sobre todo debe primar la verdad para darle tranquilidad a 32 millones de peruanos que desean tener el próximo quinquenio como máxima autoridad de la nación, alguien que fue elegido por voluntad popular y no por un vil fraude electoral. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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