Opinión

“Milagro boliviano”: prosperidad falaz

Por: Martín Valdivia Rodríguez

El llamado “milagro boliviano”, por el que los izquierdistas latinoamericanos inflaban el pecho y lo señalaban como una esperanza para otros países como Venezuela, se está derrumbando. De gestor del “modelo económico social comunitario productivo” como ministro de Economía, Luis Arce ha pasado a ser “gestor” de una crisis económica que ya le ha acarreado un intento de golpe de Estado en medio de un clima de convulsión social. El también llamado “proyecto estatal boliviano” se está desinflando.

Toda crisis tiene sus antecedentes que conducen a un punto de partida. Una de las primeras decisiones de Evo Morales, quien gobernó del 2006 al 2019, fue la nacionalización del petróleo y el gas con el objetivo primordial de destinar mayores recursos a los programas sociales. Sin embargo, en vez de usar adecuadamente lo obtenido por las mayores ventas de gas, el gobierno boliviano se dedicó a ampliar el gasto social e invertir en empresas estatales obsoletas e ineficientes, dejando de lado la exploración en el sector que más recursos le generaba.

“Nuestro modelo económico funciona de modo sencillo: utilizamos algo que la naturaleza nos ha dado. Con el neoliberalismo esa riqueza estaba en manos de las multinacionales. Nosotros nacionalizamos para tener un excedente que se distribuye en dos fases: la reinversión para base económica y, por el otro lado, la parte redistributiva del ingreso”, afirmaba el entonces ministro de Economía boliviano, Luis Arce, cuando Morales era presidente. De esa “redistribución de la riqueza” también nos hablaba el expresidente Pedro Castillo, amigo de Morales.

Hace más de una década, la economía peruana, no necesariamente de corte socialista, sino en el marco de la denominada social de mercado, por sus sorprendentes cifras, también fue considerada como un modelo a seguir. Sin embargo, vinieron los gobiernos de PPK, Castillo y ahora estamos como estamos.

La reciente Bolivia de hoy y el Perú de aquellos años hicieron recordar a la época de la “prosperidad falaz”, de la que nos hablaba Jorge Basadre al referirse al despilfarro de los recursos que obtuvo nuestro país producto de la exportación del guano de islas entre los años 1845 y 1872.

Después de la bonanza, Bolivia es acechada por la conflictividad política interna y la dependencia económica externa. Cada vez son más frecuentes las protestas de comerciantes y transportistas por la escasez de dólares. Bolivia registra una menor entrada de divisas por el gas y Arce recurrió a sus reservas internacionales para las subvenciones. Esa receta ya la conocemos. Es un mal remedio. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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