No es necesario que lo digan los gurús del liderazgo, se puede deducir por el simple sentido común. Una cosa es ser jefe y otra muy distinta es ser un líder. Uno de los principales atributos que debe tener un político, más aún uno que ha ganado la potestad de conducir a una nación, es liderazgo. Esta cualidad es la que se espera del presidente de la República, que demuestre esa capacidad de influir, motivar, organizar y llevar a cabo acciones para lograr los fines y objetivos que beneficien a todos los peruanos.
El debut ha sido difícil, con desaciertos y muchos obstáculos. Pero es en los momentos difíciles cuando un líder debe demostrar que da la talla, que tiene capacidad. Es cierto, los éxitos provienen de un buen equipo bien organizado y compensado, pero es el líder quien tiene la potestad de elegir a cada uno de los miembros de ese grupo de acuerdo a su capacidad, preparación, habilidades y línea de conducta. El líder no puede dejarse avasallar por miembros subalternos del equipo. Si el presidente Pedro Castillo ha ganado las elecciones es porque tiene ciertos atributos y ahora que está en el poder es preciso que los demuestre.
Le echaba un vistazo a una página de internet, donde se dice que los principales atributos de un líder son: ser auténtico, no falso; confiable, no errático; cable a tierra, no desconectado; optimista, no pesimista; consciente de sí mismo, no dubitativo; impulsado por propósitos y pasión; no por poder y temor; inclusivo, no despectivo; enfocado en otros, no en sí mismo; respetuoso, no manipulador; capaz de promover nuevos líderes, no solo satisfacer a sus seguidores.
En este proceso, compuesto de responsabilidades, itinerarios y otros componentes de la agenda, el presidente precisa de una buena asesoría, personas especializadas que en cuestiones técnicas y políticas.
La imagen, las relaciones públicas y la proyección a la sociedad son fundamentales en la gestión de un presidente. Eso sí, nada de Hayimis ni Richard Swingnes, como en los tiempos de Vizcarra. Deben ser personas serias, confiables, preparadas y responsables. Las decisiones las tiene que tomar el líder, pero detrás de él hay un equipo integrado por personas con cierta sabiduría, como Séneca, que nunca fue emperador, pero asesoró al César, quien aprovechó sus ideas para sostener su imperio. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.
