Una vez más recurro al genial Winston Churchill para referirme al dramático momento que estamos viviendo los peruanos actualmente. El título del presente artículo se lo debo a él. Por eso el entrecomillado.
Bueno pues, guardando las distancias, nuestro país está en una situación muy similar a la que vivió Inglaterra, y el mundo en general, antes de la Segunda Guerra Mundial. En aquel entonces, previo al inicio de la atroz conflagración, la disyuntiva – según Churchill – era ¿guerra o esclavitud? Efectivamente, esas eran las únicas dos alternativas para Inglaterra – y para el mundo – frente a la amenaza del nazismo alemán… no había más.
Ahora, en nuestro país, los peruanos estamos ante una disyuntiva similar: ¿Guerra o esclavitud? ¿Libertad o tiranía? ¿Democracia o dictadura? ¿Civilidad o barbarie? El hecho es que, ante esta situación, la alternativa del diálogo es inútil… por no decir estúpida. En cualquier otra circunstancia – siempre – el diálogo es la mejor alternativa. Pero no en este caso. Dialogar con vándalos que buscan el caos y la anarquía, es inútil. Dialogar con criminales que queman vivos a policías, no tiene sentido. ¿Quién dialogaría con un delincuente que te quiere matar y está por apretar el gatillo?
Por otro lado, ¡basta de humanismos hipócritas! ¡Basta de culpar al Estado por las penosas muertes humanas recientes, sin atribuir ninguna responsabilidad a los vándalos y delincuentes que las provocaron! ¡Basta de soslayar hechos y circunstancias que propiciaron las acciones represivas de parte de las Fuerzas del Orden: toma violenta de aeropuertos, quema de locales judiciales, bloqueo de carreteras, saqueo de centros comerciales, quema de ambulancias, quema de plantas industriales, agresión a policías, terroristas portando cartuchos de dinamita, vándalos armados con armas hechizas, ¡bombas caseras, machetes, huaracas y varios etcéteras más!
Nada que ver con aquellos manifestantes que protestan justificada y civilizadamente por los pésimos servicios que el Estado está obligado a brindarnos: agua, salud, educación y seguridad. Yo también protesto por ello. Todos debemos protestar contra el Estado corrupto e inoperante que tenemos: Gobierno Central, Gobiernos Regionales, Gobiernos Municipales, Congreso de la República, Fuerzas Armadas y Policiales, Poder Judicial. Incluso, todos debemos protestar contra la corrupción de muchos representantes de la sociedad civil: empresarios, dirigentes, periodistas, trabajadores, ciudadanos en general.
Pero ojo, distingamos una guerra de la otra. Hoy es el momento de la guerra por nuestra libertad y nuestra democracia. Hoy es el momento de la guerra contra la tiranía y la barbarie. La guerra contra la corrupción e inoperancia del Estado la tenemos que luchar, pero en su momento. En esta otra guerra contra la tiranía y la barbarie son ellos o nosotros. Uno de los dos tiene que sucumbir, ceder, rendirse. Uno de los dos tiene que someterse al otro. Ellos y nosotros somos mutuamente excluyentes, somos incompatibles. No es posible convivir – ellos y nosotros – en armonía. No es posible convivir – ellos y nosotros – en paz y prosperidad. Repito. En esta otra guerra son ellos o nosotros. Frente a esa disyuntiva estamos. El momento es tan dramático que nos obliga a respaldar al Estado. Sí, a ese Estado que tanto cuestionamos.
El momento es tan decisivo que nos obliga a respaldar y apoyar a la Policía Nacional secundada por las Fuerzas Armadas. Sí, a esos policías y a esos soldados que están arriesgando sus vidas por nosotros.
Lamentablemente – quiérase o no – no queda otra sino luchar. Luchar de verdad. Luchar hasta vencer. Porque – como diría Churchill – “la guerra es horrible… pero la esclavitud es peor.”
(*) Ex presidente regional de Ica
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