Opinión

La grosera dictadura de Nicaragua

Por: Jorge del Castillo Gálvez

Recientemente, un conjunto de demócratas peruanos, hemos emitido una fuerte Declaración sobre la situación en Nicaragua, promovida por el excanciller Luis Gonzales Posada y respaldada por magistrados constitucionales, exministros, exparlamentarios, oficiales generales y almirantes en retiro, embajadores y líderes de la sociedad civil.

Nicaragua está gobernada por una “dictadura grosera al estilo comunista y hitleriano” como la ha llamado el papa Francisco. Está integrada por una pareja infame integrada por Daniel Ortega (26 años en el poder) y su esposa Rosario Murillo, actual vicepresidenta.

Ha asesinado a más de 400 ciudadanos, deportando a 222 opositores y privándolos de su nacionalidad, ha abolido la libertad de expresión y ahora se ha ensañado contra la Iglesia Católica metiendo a la cárcel a un obispo, expulsado al Nuncio Apostólico y 18 monjas de la Orden de la Madre Teresa de Calcuta. Ha prohibido las procesiones por Semana Santa.

De la revolución sandinista de 1979 no queda nada. Inspirada esta epopeya en el líder guerrillero y general de hombres libres Augusto C. Sandino que encabezó la exitosa resistencia al ejército norteamericano en la década del 20/30. Logra su salida de Nicaragua en enero de 1933.

Sandino muere asesinado en 1934. Inspirado en Sandino se formó el Ejército Sandinista de Liberación Nacional ESLN y combatió a la dictadura de Somoza hasta derrotarla e iniciar un gobierno en el que el romanticismo y el coraje iban de la mano.

El mismo Ortega era parte de esa revolución que fue iniciada por Carlos Fonseca Amador y Tomás Borge y otros combatientes como Edén Pastora, Sergio Ramírez, Dora María Tellez y el apoyo del sacerdote Ernesto Cardenal. La mayoría se volvieron críticos y opositores a Ortega.

Esa búsqueda de justicia social que postuló Sandino, fue abandonada hace tiempo por esta satrapía que para continuar en el poder no tuvo mejor idea que meter presos a 8 candidatos presidenciales y luego deportarlos.

Nicaragua es hoy un satélite más de Cuba que sobrevive gracias al petróleo venezolano. Pertenece al Socialismo del Siglo XXI y al Grupo de Puebla. Tiene el ingreso per cápita más bajo de la región centroamericana, Costa Rica tiene cinco veces más y sus reservas internacionales son exiguas.

Desconoce al gobierno constitucional del Perú. Nuestro país no debería tener relaciones diplomáticas mientras subsista esa autocracia abusadora y por tanto retirar a nuestro embajador.

Nicaragua y Venezuela son la expresión extrema del totalitarismo en América Latina, incompetentes, productos de fraudes, gobiernos tremendamente corruptos y violadores de los derechos humanos.

Por ese camino hubiera ido el Perú si hubiera prosperado el golpe de Pedro Castillo del 7 de diciembre. Ahora hay que retomar el camino de la democracia plena, la reactivación económica, el respeto a los derechos humanos y la vía del diálogo para que nunca más nuestro país se ponga al borde del desastre como estuvimos con el régimen comunista que en venganza de su caída empujó una oleada de violencia que solo causó muerte y destrucción.

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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