
Entre las diversas formas de gobierno que han existido y existen hasta la fecha (oligarquía, timocracia, dictadura, democracia, etc.), la democracia es la forma de gobierno que mejor se adapta a la naturaleza compleja del ser humano en sociedad.
No es que la democracia sea perfecta. Ninguna obra humana es “químicamente pura”. No se trata de plantear la temática en términos de perfección. Si hablamos de perfección, la democracia es perfecta para el ser humano en sociedad; pero no en un sentido de purismo o falta de errores, sino en el sentido de adaptarse mejor a la naturaleza humana.
Mas el hecho que la democracia no sea perfecta como obra humana que es, eso no significa que no queden claros su concepto central y los pilares que lo sostienen: La democracia es el gobierno del pueblo, de la población, de la cual surgen sus representantes, que no son en lo absoluto superiores a los representados ni se encuentran fuera del control de la Ley y de la Constitución Política del Estado.
La democracia, recogiendo las palabras de Abraham Lincoln, es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo, de modo tal que ningún poder del Estado (sea Poder Ejecutivo, Legislativo o Judicial) debe estar por encima de la población, que es el pueblo.
Ningún representante congresal, ningún congresista de la República, puede atribuirse la condición de ser el pueblo, al ser un mero representante. Tampoco la presidente de la República puede imponer su capricho o voluntad sesgada por encima de los intereses generales de la nación, que son los intereses de la población en democracia.
Algunos dictadores han llegado al poder a través de elecciones democráticas, como el caso de Alberto Fujimori en Perú o Adolf Hitler en Alemania, y después dieron el golpe para perpetuarse en el poder.
Los más peligrosos ataques a la democracia se dan cuando se la ataca en nombre de la misma democracia, como es el caso de algunos congresistas de la República que afirman que los “caviares” ya han perdido el Tribunal Constitucional o la Defensoría del Pueblo, en una cierta alianza híbrida denominada “fujicerronismo”, sosteniendo que los magistrados de la Junta Nacional de Justicia (JNJ) no tienen corona, buscando su remoción total o casi total, pese a que no se trata en lo absoluto del escandaloso caso de mega corrupción que protagonizó el extinto Consejo Nacional de la Magistratura (CNM).
(*) Analista politico
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