Opinión

La democracia en su hora crucial

Por: Tullio Bermeo Turchi

El pasado viernes 12 de julio, a las 11:59 de la noche, venció el plazo para que los ciudadanos se afilien a un partido político, y así puedan participar en las elecciones primarias que definirán a los candidatos presidenciales y parlamentarios de los comicios electorales del 2026.

Según el Jurado Nacional de Elecciones, existen a la fecha un total de 30 partidos políticos inscritos y otros 20 en proceso de inscripción para participar de las próximas elecciones generales.

En el papel, tener un abanico amplio de candidatos es bueno para fortalecer la democracia al abrir la oferta electoral, pero el Congreso, al eliminar en la práctica las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO), lo que ha hecho es que en las próximas elecciones suceda todo lo contrario de lo que buscaba la reforma electoral del 2019, que es que los ciudadanos puedan participar en la elección de los candidatos que los partidos presentan en los comicios previos a las elecciones generales.

En el 2021, de las 20 listas al Congreso inscritas solo 10 pasaron el umbral o la valla electoral. Pero al mediatizarse las PASO, si los 30 partidos políticos inscritos y los 20 que están en camino logran cumplir su registro, lo que vamos a tener en las elecciones del 2026 serán 50 candidatos. Todo un récord en la historia electoral del país.

De acuerdo con los registros en Infogob, el año donde hubo menos organizaciones políticas participando en las elecciones fue en el año 2001, donde participaron 8 organizaciones políticas. A nivel de comicios presidenciales, la cifra más alta estuvo en el proceso del 2006, donde 20 partidos presentaron candidatos. La mayor cantidad fue en las elecciones complementarias congresales del 2020, donde 21 partidos intentaron llegar al parlamento tras la disolución del Parlamento por parte del presidente Martín Vizcarra.  Tener un alto número de postulantes, ¿qué acarrearía?

La atomización de las candidaturas hará que los electores elijan al malo conocido ante la incertidumbre y el caos que generará una elección, donde por la cantidad de candidatos, hará que tengamos una cédula electoral del tamaño de un papelógrafo, y que, probablemente, no haya un adecuado debate presidencial, que traslade la información necesaria para que el elector se encuentre debidamente informado. Estando así las cosas, quienes lleguen al poder tendrán muy poca legitimidad y representatividad. Esto ocasionará que la crisis política continúe o, en el peor de los casos, se ahonde, haciendo que el desencanto por la democracia aumente, para el beneplácito de los radicales.

Un estudio del Instituto de Estudios Peruanos del 2022 reveló que solo el 50 % cree que la democracia es la forma de gobierno preferible para el país. Frente a esta realidad, ¿qué se podría hacer para terminar con la crisis política en la que vivimos desde hace siete u ocho años?

Si bien en el Perú no se tiene la costumbre de incentivar las coaliciones como sucede en otros países, por la salud de la democracia las organizaciones políticas no deberían descartar esta posibilidad. Pues contar con alianzas fuertes permitiría al partido ganador contar con legitimidad y mayor representatividad que le permita gobernar sin sobresaltos.

(*) Presidente de la Corte Superior de Justicia de Ucayali

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

Artículos relacionados

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

Back to top button