En realidad, este 11 de abril vamos a elegir al nuevo Congreso que pronto intentará tomar el control del ejecutivo. Así como vemos la campaña electoral, nos espera un parlamento igual o peor a los dos últimos, donde la ignorancia, la ambición y el mercantilismo político fueron un factor común, con pocas excepciones, por cierto.
A estas alturas no importa quien resulte Presidente, porque la mayoría del Congreso sería copada por los políticos de siempre, quienes tratarán de someter al que resulte elegido mandatario, sino la vacancia podría ser el camino para llegar nuevamente a Palacio de Gobierno.
Este escenario casi consumado pone en grave riesgo la alicaída gobernabilidad del país, en medio de una pandemia que sigue matando a más peruanos, donde la débil autoridad e ineficiencia y letargo del Estado, al igual que la precaria y corrompida actuación del sistema de justicia, son el caldo de cultivo para que el narcotráfico y la criminalidad organizada sigan haciendo de las suyas, pagando coimas, comprando sentencias, actuando con impunidad y aprovechando los recursos y privilegios del aparato público para seguir llenando sus arcas de dinero negro y manchado de sangre.
Es decir, no solo la gobernabilidad está en cuidados intensivos, sino que la democracia tiene una amenaza de muerte que podría dejar como consecuencia el resurgimiento de un gobierno autoritario que emerja desde el Congreso, que tome el control del ejecutivo y en seguida se apodere del Poder Judicial. La libertad de prensa y demás derechos fundamentales serán los primeros afectados, paradójicamente, en medio de la conmemoración de 200 años de libertad e independencia del Perú.
La solución a esta paradoja está en manos de los jóvenes, de aquellos que salieron a las calles a marchar y los que golpearon sus ollas con ahínco desde sus ventanas, a las 8 de la noche todos los días, hasta hacer caer al régimen de Merino. Una mayoría de hombres y mujeres hartos de los políticos de siempre, hartos de los candidatos que muestran sus sonrisas y videos de Tik Tok tan ridículos como sus propuestas de leyes y de gobierno tendrán la palabra.
A esta mayoría de peruanos que han despertado en los últimos meses les corresponde ahora salvar a la democracia una vez más, eligiendo bien a los que integrarán el Congreso, para eso deben votar con conciencia, con información y con el coraje que mostraron en las calles, solo un buen Congreso salvaría al Perú, aunque suene a utopía. Es mejor actuar ahora en las urnas para que no tengamos que salir a las calles después para recuperar la democracia haciendo frente a las balas disfrazadas de legalidad.
(*) Periodista
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