Opinión

Indulto ya

Por: Antero Flores-Araoz

Nuevamente escribo sobre la necesidad de poner en libertad a Alberto Fujimori, mediante el indulto. Esto es el perdón por los delitos que le fueron imputados, lo que no significa inocencia, sino que se borra lo que le falta para cumplir con la sanción impuesta.

Como he expresado en anteriores oportunidades, cualquier gestión, especialmente la gubernamental tiene aciertos como desaciertos, decisiones exitosas como también erráticas y, en el devenir de la gestión hay que ver como en cualquier balance, ¿cuál es la cifra final? Si se escribe en azul o en rojo, pues si es en azul significa éxito y si es en rojo fracaso. La de Fujimori está a mi parecer en azul, como veremos más adelante.

No voy a discutir sobre la vocación autoritaria de Alberto Fujimori, pues la he señalado durante muchos años, pero creo que habiendo cumplido gran parte de la pena impuesta y no con probanza de todo lo que se le imputó, además de su avanzada edad y estado de salud, sería generoso que sus últimos años, si aún le quedan, los viva en libertad y rodeado de sus hijos y nietos.

El indulto que indebidamente le fue revocado, debería ser restituido, sea por mandato jurisdiccional o dictándose uno nuevo, pues la generosidad no está limitada a meter la mano al bolsillo cuando se hacen las ofrendas en la iglesia o se colabora con obras como la de atención del cáncer o de los discapacitados, sino también con el perdón que es sublime y que viene para los creyentes desde la inspiración divina.

Muchos errores, desaciertos y también abusos le han sido achacados a Alberto Fujimori, sea con o sin razón, pero con los años que ha pasado detrás de rejas los ha pagado con creces, incluso con el sufrimiento de ver a su hija mayor tres veces puesta en prisión por los conocidos odios que aún subsisten.

Es bueno recordar que Fujimori tomó la durísima decisión de sincerar la economía, lo que anunció su premier Hurtado Miller con la frase “Que Dios nos ayude”. Logró poner al país en la ruta correcta, dando apoyo a las inversiones que generaban trabajo y bienestar, así como tomó la decisión de combatir frontalmente al terrorismo y, gracias a su determinación vivimos relativamente en paz.

Algo que no se recuerda, pero hay que rescatar en este año que se cumplen 25 años de haber arreglado con Ecuador nuestras diferencias, es que podemos tener la frontera terrestre norte cerrada, gracias a sus esfuerzos iniciados en 1991 con el presidente ecuatoriano Rodrigo Borja y culminados en 1998 con el presidente Jamil Mahuad y los países garantes del Protocolo de Río de Janeiro.

No sigo pues no soy apologista de Fujimori, pero sí reclamar lo que es justo y si no fuese justo, por lo menos generoso. Hay que ponerlo en libertad y cuanto antes mejor. No quisiera que se cargue en las conciencias de quienes pudiendo hacer algo por su libertad, no lo hagan, pues la culpa es una cruz muy pesada de acarrear.

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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