Hay quienes consideran que el término justicia social es más apropiado que inclusión social y sus argumentos son válidos. Que el Estado cumpla su rol social no es un acto piadoso, de bondad, solidaridad o desprendimiento, sino un deber, una obligación. No se trata de ayudar, sino de reconocer un derecho, por ejemplo, a la salud, a la educación, al bienestar, a una vida digna.
El asistencialismo es la acción o el conjunto de acciones que realizan las instituciones estatales con la finalidad de prestar socorro a personas o grupos en condiciones de vulnerabilidad. En el Perú, donde tenemos un gobierno al que algunos tildan de comunista, el Estado entrega bonos eventuales a las personas vulnerables, mientras que, en Estados Unidos, considerado el país símbolo del capitalismo, por los mismos motivos, el gobierno paga a los desempleados un sueldo mensual completo sin trabajar.
Es cierto, sí, que esta función social del Estado muchas veces es aprovechada por gobiernos que convierten el asistencialismo en un mecanismo político que les permite mantener artificialmente el apoyo de las grandes mayorías. Hay una estrecha frontera que separa al asistencialismo de esas estrategias destinadas a tener a la población adormecida, conformista y ociosa.
Esa práctica se llama populismo y no es exclusiva de los regímenes de izquierda, pues también puede darse en gobiernos de derecha o de centro. Aunque, valgan verdades, el populismo está más familiarizado con los planteamientos políticos socialistas.
El populismo es más frecuente en las campañas electorales, cuando los candidatos ofrecen el oro y el moro a los ciudadanos a cambio de su voto. Si hiciéramos una lista de las promesas incumplidas de cada candidato a alcalde, gobernador regional o presidente de la República, no pararíamos de contar. El actual presidente, por ejemplo, ofreció renunciar a su sueldo y recortarles sus haberes a los congresistas y ministros. Esas es solo una de las tantas promesas que no cumplió.
Populismo también ofrecer más de 4 millones de soles para la atención de los niños con cáncer y después matarles la ilusión al no cumplir la promesa. La inclusión o justicia social no es un cheque sin fondos Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.
