Opinión

Honor y gloria

Por: Antero Flores-Araoz

El título de esta columna es para elogiar el comportamiento de nuestras Fuerzas Armadas y Policía Nacional, el fatídico 07 de diciembre para el profesor Carlos Castillo Terrones y quienes mal aconsejaron para tomar la decisión de cerrar el Congreso, anunciar la reforma del Poder Judicial, Ministerio Público, Tribunal Constitucional y Junta Nacional de Justicia, entre otros organismos públicos.

Las Fuerzas Armadas y Policiales no se dejaron presionar, intimidar, ni tampoco seducir por cantos de sirena. Su comportamiento fue a la vez principista y posiblemente realista.

Me explico, digo principista pues las Fuerzas a las que me refiero, según mandato constitucional, no son deliberantes, no pueden entrometerse en la política del país, salvo ejercer el derecho al sufragio en las elecciones.

Además de lo dicho están subordinadas al poder constitucional, que no es otro que el legítimo. Al haber intentado golpe de Estado el profesor Castillo se puso al margen de la ley, pateó el tablero, pasó de tener legitimidad a haberla perdido y, por ello, ni el Ejército, ni la Marina, ni la Aviación, como tampoco la Policía, le debían obediencia.

A lo expuesto en el párrafo precedente podemos agregar que, según el artículo 46 constitucional “Nadie debe obediencia un gobierno usurpador, ni a quienes asumen funciones públicas en violación de la Constitución y de las Leyes”. Por añadidura el artículo 45 de la Ley de Leyes determina que quienes se arrogan el poder del Estado ilícitamente, sean civiles o integrantes de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional ello “… constituye rebelión o sedición”, que como es absolutamente sabido, son delitos tipificados en nuestro ordenamiento penal.

Ahora bien, luego de haber reconocido el carácter principista de la abstención de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional, a secundar el golpe de Estado y respaldarlo, en otras oportunidades he manifestado que siendo realista, era difícil que ésas instituciones de la República actuasen al margen de la ley, pues ya estamos en otros tiempos y conocen por la experiencia del golpe del 05 de abril de 1992, que sus actores y cómplices, tarde o temprano terminan procesados, condenados y en prisión por largos años.

También son conscientes que nada ni nadie les puede garantizar que no serán tocados, ello porque en el Perú la amnistía y el indulto, solo están impresos en las normas, pero en la realidad no tienen ningún valor, pues se han dejado sin efecto en varias oportunidades y, algunas injustamente.

Por otro lado, si hay enfrentamientos populares, son también conscientes que en caso de daños colaterales serán procesados con sus subordinados en juicios interminables y, que la oficialidad de menor rango que los altos conductores de las instituciones armadas y policiales, no los defenderán en casos de ser defenestrados, ya que se les abre ventana de oportunidad de ascenso y sustituir a los desplazados.

No olvidemos una razón más, aunque sea temporal, los altos mandos se acostumbran a situación de confort, que es difícil renunciar a ella. Todo esto por más que suene mal, es realista.

(*) Excongresista de la República

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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