Hace setenta años había un niño que peloteaba con sus amigos de barrio en la calle Pisco de la ciudad de Ica, la gente se deleitaba con su juego y lo alentaba gritándole “¡corre, Roncherita!”, “¡patea, Roncherita!” para finalmente festejar el gol de “Roncherita”.
Jugó en las divisiones menores del Club Sport Bolognesi de su ciudad natal. Infortunadamente para los aficionados iqueños, la familia se trasladó a vivir a Lima, al barrio de El Porvenir, en el distrito de La Victoria y “Roncherita” empezó a mostrar su juego a los limeños. Estuvo en las divisiones menores de Alianza, consiguiendo los títulos de 1964 y 1965. En 1968 pasó al Club Centro Deportivo Municipal que jugaba en segunda división y fue pieza clave para lograr el ascenso.
El público abarrotaba el estadio San Martín de Porres para verlo jugar. A estas alturas el lector ya se habrá dado cuenta que “Roncherita” dejó de existir dando paso al mundialmente conocido “Cholo” que nos dio grandes alegrías. Hugo Alejandro Sotil Yerén, estuvo siete temporadas en el Muni y fue contratado por el Barcelona de España, donde jugó al lado de Johan Cruyff que era considerado el mejor jugador del mundo. Juntos lograron que el equipo catalán saliera campeón luego de catorce años sin lograr el título de la liga española. En 1975 fue convocado por Marcos Calderón para jugar la final de la Copa América y su club no lo cedió a la selección (en esa época no existían las fechas FIFA, donde los clubes están obligados a ceder a los jugadores a sus selecciones).
Sotil se “escapó” y llegó a Caracas donde nuestra selección jugaría el tercer y definitorio partido contra Colombia. Calderón lo incluyó en el equipo y “El Cholo” anotó el gol con el que nuestra selección se coronó campeona por segunda vez en su historia. Estuvo en dos mundiales (México 70 y Argentina 78), siendo muy importante en los triunfos peruanos. La picardía de Sotil no solo era en la cancha, también fuera de ella. Hace unos años, en un aniversario del diario “Todo Sport” me tocó estar a su lado en la mesa y cuando le dijeron “Hola, Cholo” él respondió: “No soy Cholo, me llamó Hooogo”, para luego esbozar una sonrisa. Sotil es ejemplo de que puede haber grandes jugadores en nuestra liga sin recurrir a tantos extranjeros, lamentablemente, también es ejemplo de que una vida desordenada condena a terminar rápidamente la carrera de un deportista. En el distrito de Parcona, el más poblado de la ciudad de Ica, se encuentra el Estadio Hugo Sotil como homenaje al mejor jugador que saliera de la tierra del sol y del Pisco.
Descansa en paz “Cholo”, gracias por tanto.
(*) Periodista deportivo.