Opinión

Fuerzas Armadas contra el crimen

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Es necesario buscar más alternativas para lograr mayor efectividad en la lucha contra el crimen organizado —extorsión, sicariato, secuestros, etc.— y la delincuencia en general, pues no hay que olvidar a las víctimas de los raqueteros, los carteristas y los rateros de esquina. Una opción es darles mayor participación a las Fuerzas Armadas, como ocurre en otros países, pues hasta ahora el Ejército realiza solo una función de acompañamiento a la Policía, cuando su presencia podría ser mayor si se planifica y se establecen los parámetros para que no haya problemas de usurpación de funciones.

En las redes sociales del Ejército Nacional de Colombia, por ejemplo, casi todos los días se informa de operativos y capturas de narcotraficantes, delincuentes comunes, secuestradores, terroristas y otros sujetos que son un peligro para la sociedad. En una de sus últimas acciones, en el sur del departamento de Bolívar, los militares colombianos ejecutaron el plan “Ayacucho Plus” contra la subestructura Erlín Pino Duarte, facción del Clan del Golfo, una de las organizaciones más grandes y peligrosas del vecino país, con el saldo de dos delincuentes muertos, tres detenidos y un arsenal de armas incautado.

La principal misión del Ejército Nacional de Colombia es la defensa de la soberanía, la independencia y la integridad territorial del país, pero también participa activamente en operaciones para proteger a la población civil y los recursos públicos y privados. Esto incluye colaborar con otras fuerzas de seguridad, como la Policía Nacional, en la lucha contra el crimen organizado y otras amenazas internas. En Colombia, la necesidad y la efectividad mostrada por los militares en la lucha contra la delincuencia común ha hecho que nadie salga con que los soldados “no tienen la preparación adecuada”, que “hay usurpación de funciones”, que “la labor de la policía es sagrada” y esas cosas.

En el Perú también estamos en una situación de emergencia. La delincuencia no solo amenaza la seguridad, la salud, la vida y la economía de los peruanos, sino también obliga a los emprendedores, a los micro, pequeños y medianos empresarios a cerrar sus negocios porque si pagan los cupos exigidos por los extorsionadores se irían a la quiebra.

Vemos a soldados del Ejército parados en algunas esquinas con una postura que solo denota un acto de presencia y no una función de vigilancia preventiva. Y no lo hacen porque no quieran, sino por temor a ganarse problemas por solicitarle sus documentos a un sospechoso o intervenir a un ladrón en fuga. Si queremos que apoyen a la Policía, hay que permitirles que lo hagan como corresponde. La unión hace la fuerza. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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