Opinión

Fiscales en el ojo de la tormenta

Por: Martín Valdivia Rodríguez

El urutaú o ave fantasma, también llamado pájaro estaca, tiene el cuerpo del mismo color y la forma de un tronco seco. Sus actuales características son el resultado de un largo proceso de mimetización que esta ave ha desarrollado a lo largo de su evolución con el objetivo de evitar ser descubierta por sus depredadores y convertirse en sus presas. Este camaleonismo también se da en el campo de la política y los círculos de poder. Se disfrazan, se camuflan o esconden para realizar acuerdos bajo la mesa, componendas o complots para beneficio propio o de un grupo, apelando a lo ilegal, lo ilícito, lo incorrecto, lo turbio.

Observamos este fenómeno con claridad ahora que Jaime Villanueva, alias “Filosófo”, un ex hombre de confianza de fiscales de las más altas esferas del poder, ha destapado -“la olla de grillo”-, en la Fiscalía de la Nación y vemos lo que se cocinaba ahí, esa mezcolanza de contubernios y confabulaciones entre fiscales, congresistas y periodistas que se hacían pasar como sacrosantos, pulcros e intachables cuando, en realidad, a decir por tales declaraciones, estaban hundidos hasta el cuello en la rancia miel de la corrupción.

Ahora se puede ver, con cierta claridad, que las movilizaciones por el caso “Cuellos Blancos” promovidas por simpatizantes o adeptos de Martín Vizcarra, contra la asunción al gobierno de Manuel Merino, las prisiones preventivas ordenadas contra personajes importantes de la política y otras acciones supuestamente contra la corrupción, no eran otra cosa que un tinglado armado más bien para facilitar o favorecer a la propia corrupción en el país.

Villanueva también ha revelado conciliábulos para favorecer a Keiko Fujimori, un cerco fiscal contra Alan García y tiras y aflojes en el caso de la ex fiscal de la Nación, Zoraida Ávalos quien se le acusa de brindar al exmandatario Martín Vizcarra de sus denuncias de corrupción. Es decir, como lo han hecho notar algunos abogados y políticos consultados, se trataría de una especie de organización criminal que habría promovido acciones que configuraban un concurso de delitos como usurpación de funciones, tráfico de influencias y otros, que los fiscales habrían promovido y/o facilitado en vez de luchar contra ellos.

Ahora bien, ¿se puede dudar de las palabras de Jaime Villanueva? Un hombre de su catadura moral es capaz de cualquier cosa, pero resulta que se ha acogido a la figura de la colaboración eficaz y, por lo tanto, si por ahí dice una mentira, podrían quitarle todos los beneficios que le podrían dar. Así, pues, todo indica que varios personajes de los mencionados por Villanueva son como el urutaú, aparentan lo que no son ni hacen. Dicen luchar contra la corrupción, pero son más corruptos que cualquier preso purgando condena en la cárcel. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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