En la política se dan cosas muy parecidas a las que ocurren en el fútbol. Así como Perú perdió ante Australia su clasificación al mundial, que para muchos ya tenía asegurada, también hay candidatos que eran favoritos, pero al final, sorpresivamente, terminan mordiendo el polvo de la derrota. El último claro ejemplo es el de las elecciones presidenciales. En la encuesta de CPI de enero del 2021, a cinco meses de los comicios, George Forsyth aparecía en el primer lugar, seguido de Keiko Fujimori, Yonhy Lescano y Verónika Mendoza. Meses después repuntó Rafael López Aliaga. Sin embargo, quienes terminaron disputándose el primer puesto y pasaron a la segunda vuelta fueron Keiko y Pedro Castillo, que ni aparecía en las encuestas iniciales y finalmente ganó en la segunda vuelta. Forsyth, quien en algún momento fue favorito, terminó entre los últimos.
Otro caso fue el de las elecciones municipales del 2018 en Lima. A mediados de septiembre de ese año, a menos de dos meses de los comicios, la encuesta de Ipsos Perú daba a Renzo Reggiardo como favorito para ser elegido alcalde, seguido de Ricardo Belmont, Daniel Urresti y Alberto Beingolea. Más abajo aparecían Luis Castañeda Pardo, Esther Capuñay y Enrique Cornejo. Casi en el sótano, estaba Jorge Muñoz, aparentemente sin mayor opción. Y ya sabemos que Muñoz subió como la espuma y finalmente fue el elegido.
Hay muchos factores que inciden en las preferencias electorales, que en algún momento ubican primero a un candidato que, llegados los comicios, termina entre los últimos. O que, al revés, un postulante que ni siquiera aparece en las encuestas al final gana las elecciones.
En primer lugar, está el perfil del candidato, la confianza que inspira su imagen, su trayectoria y la preparación con que cuenta, en suma, su hoja de vida. Luego está su forma de expresarse, de comunicar sus ideas, lo que implica un estilo, la claridad del mensaje tanto en su forma como en su contenido. Y, finalmente, los aspectos relacionados con el marketing político, que puede reforzar los dos puntos anteriores, pero siempre en el marco de una estrategia, de un plan.
El último martes, Rafael López Aliaga, candidato a alcalde de Lima, dio a conocer su plan de gobierno municipal. Los medios titularon con frialdad la noticia: “López Aliaga presentó su plan de gobierno”. Algunos cambiaron el verbo “presentó” por anunció o expuso, nada más. Ninguna “pepa”, como decimos en el argot periodístico. Mañana analizaremos la razón de esa falta de calor y otros detalles de las campañas electorales en general. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.
