Opinión

El renacer del Colegio de Abogados de Lima

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Hasta hace ya algunos años, el Colegio de Abogados de Lima (CAL) era una institución importante, gozaba de buena reputación y respeto. Su decano y los demás miembros de su directiva eran personas con tal nivel de conocimientos académicos y entendimiento de la realidad nacional, que frecuentemente eran consultados por la prensa sobre la situación política, económica y social del país. Los tiempos han cambiado, hoy, pocos saben en los medios de comunicación quién es el decano actual del CAL, sigla que, además, las nuevas generaciones de periodistas generalmente desconocen. Ahora que el CAL tendrá nuevas autoridades es una gran oportunidad para recuperar ese prestigio.

Los orígenes del Colegio de Abogados de Lima se remontan al año 1726, cuando durante la administración del virrey José de Armendáriz y Perurena, primer marqués de Castelfuerte, se formó la “Hermandad de los Abogados” en la Ciudad de los Reyes. Sin embargo, luego de marchas y contramarchas, el Colegio de Abogados recién se fundó el 31 de julio de 1804. Luego de gestiones del diputado Tadeo Bravo de Rivero, el Rey de España concedió la facultad de erigir un Colegio de Abogados por Real Cédula.

De modo que el Colegio de Abogados de Lima es una institución que tiene 219 años de antigüedad. Era reconocido como una “Corporación” que gozaba de protección real y del título de “Ilustre”. Su historia dice su prestigio e influencia a lo largo de dos siglos. Una categoría que, lamentablemente, se ha ido diluyendo en los últimos tiempos, pero que urge que sus nuevas autoridades rescaten y recuperen el protagonismo que tuvieron.

Eso le haría bien no sólo a la orden, a la institución, sino también al país, pues los abogados, desde distintos frentes, ya sea ejerciendo el derecho de manera privada o desempeñando cargos en distintas instituciones del aparato estatal, cumplen una función fundamental en el desarrollo del país. Hay abogados en el Poder Judicial, Ministerio Público, Congreso, ministerios, municipalidades, gobiernos regionales y otras instituciones, cuya labor tiene especial relevancia en el funcionamiento del Estado y, por lo tanto, del país.

Esperamos, pues, que las nuevas autoridades del Colegio de Abogados de Lima, cuyo nuevo decano será elegido el próximo sábado 9 de marzo entre Gastón Soto Vallenas y Raúl Canelo que pasaron a una segunda vuelta electoral, tengan la sapiencia necesaria para lograr que esta institución reencuentre su nivel y prestigio de décadas anteriores. Y que, también como antes, para referirnos a esta institución como costumbre de anteponer la palabra “ilustre”. Esto es, el ilustre Colegio de Abogados de Lima. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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