Luego de 20 años de insurgencia, el Talibán retomó el territorio de Afganistán, en una sorpresiva y violenta acción que va dejando varios muertos y al país sumido en el caos y la desesperación. A pocas semanas de la retirada de las tropas de Estados Unidos, los territorios de esta nación del Oriente Medio fueron cayendo como fichas de dominó, sin resistencia alguna. Esta estratégica zona es clave y a lo largo de su historia ha sido usada como un tablero de ajedrez, que ahora está en proceso de recomposición.
Desde hace décadas, Oriente Medio es visto como una región salpicada de países artificiales, seriamente fragmentados como consecuencia de marcadas diferencias étnicas y religiosas, caracterizados por un alto nivel de corrupción, despotismo e inestabilidad interna y vecinal, un panorama que configura bajos niveles de bienestar y seguridad. Para complicar esta situación, coexiste en esa área una permanente injerencia de potencias regionales y globales que, sin llegar al extremo de enfrentarse directamente, tratan de manipular a diferentes actores locales en su propio beneficio.
Los últimos hechos en Afganistán nos remontan a la hecatombe del 2001, cuando los ataques del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas desataron la denominada guerra contra el terrorismo. Ese año, justamente, los Talibanes fueron derrocados cuando Estados Unidos incursionó en Afganistán. La Casa Blanca los acusaba de apoyar al grupo terrorista Al Qaeda y a su líder, Osama Bin Laden, sindicados como autores de los atentados en la Gran Manzana.
El Talibán, que en lengua pastún (hablado en Pakistán y Afganistán) significa “estudiante”, surgió a inicios de la década de 1990 en el norte de Pakistán tras la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán. Sus militantes defienden una línea dura del islam sunita, en el cual, por ejemplo, las mujeres no tienen derecho a la educación y la música está prohibida.
Cada pueblo tiene sus propias creencias y tradiciones, pero de ninguna manera se debe llegar a extremos denigrantes. Los talibanes dicen tener como objetivo “restaurar la paz y la seguridad y hacer cumplir su propia versión austera de la Sharia, o la ley islámica, una vez en el poder”. Estos momentos, cuando el mundo enfrenta una pandemia, lo primero que debe haber es paz y tranquilidad. Estados Unidos, la Unión Europea, la OTAN y las demás organizaciones están llamadas a actuar con sensatez y pleno respeto de los derechos humanos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.
