Opinión

“El oficio más bonito del mundo” (II)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Como en casi todas las carreras, en el periodismo los tiempos han cambiado. Como consecuencia del desarrollo de la tecnología, el ejercicio de esta carrera profesional se encuentra en una etapa de transformación y adaptación a una nueva realidad que ha sido apurada por la pandemia. La realidad virtual, internet, las redes sociales y las múltiples plataformas digitales han trastocado los mecanismos y herramientas para obtener la información, así como el procesamiento de esta para obtener el producto final, que es la noticia.

Ya hace décadas lo advertía el mismo García Márquez, quien inmortalizó la frase “el periodismo es el oficio más bonito del mundo”. Preocupado por este fenómeno que, en aquel entonces, apenas asomaba, el literato colombiano afirmaba que “los periodistas se han extraviado en el laberinto de una tecnología disparada sin control hacia el futuro”.

Dedicación, entrega, concentración, investigación, análisis, reflexión y una permanente conexión con la realidad son los principales requisitos para ejercer esta noble profesión. Ello precisa de un permanente contacto con la calle, la presencia del periodista en el lugar de los hechos, recurrir a la fuente. Sin embargo, las nuevas generaciones de periodistas anteponen la realidad virtual -con su distancia, su lejanía, sus guarismos y superficialidad- al mundo real, el que no solo está al alcance de los ojos, sino también de las manos, el tacto y los demás sentidos.

Ryszard Kapuscinski, otro maestro del periodismo, también se preocupó por el tema y llegó a decir que “antes, el periodismo era una misión practicada por unas pocas personas con amplios conocimientos de cultura e historia. Lamentablemente, ahora ha pasado a ser una profesión de masas en la que no todos son competentes”.

Esa, quizá, es la diferencia entre quienes afirman ser comunicadores y no periodistas, haciendo la diferencia con un tufillo despectivo. Hay incluso algunos colegas que en sus perfiles en las redes sociales se presentan como “comunicador” (experiodista). El asunto es que quienes se dicen comunicadores son más duchos en cuestiones técnicas, marketing, diseño, audiovisuales y estrategias comunicacionales, pero con un sesgo más cuantitativo que cualitativo. Más realidad virtual, cuando el camino para encontrar la verdad está en el mundo real, donde los periodistas están en su garbanzal.

Estas controversiales diferencias deben ser materia de un profundo análisis académico para una redefinición de competencias. De todos modos, los comunicadores y periodistas son miembros de una familia. Las disputas no tienen sentido. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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