Hasta hace unos años, por estas fechas cercanas a la Navidad y el Año Nuevo, las ventanas de las casas se llenaban de luces intermitentes de colores que simbolizan la paz, la fraternidad y la alegría. Adentro, en un rinconcito de la sala, se levantaba un arbolito de Navidad y por ahí también un Nacimiento. Estrellas de David, Papá Noeles, pingüinos, trineos y un sinfín de efectos simbólicos de la conmemoración de la fecha más importante del mundo católico, en nacimiento del Niño Jesús, complementaban la decoración. Este diciembre, a pocos días de la Nochebuena, en tiempos post-COVID y post Pedro Castillo, poco o nada de eso se da.
Pareciera incluso que hay menos entusiasmo, esperanza e ilusión que en tiempos de la pandemia. Una muestra clara de esta situación es lo mal que la están pasando los comerciantes de Mesa Redonda, donde se han visto obligados a reducir hasta en 70% los precios de los juguetes para rematarlos hasta la Bajada de Reyes porque no hay demanda. Tienen la esperanza de recuperar al menos el capital invertido y no ir a pérdida.
Las tiendas no están repletas, como antes, de toda suerte de juguetes y adornos navideños, según cuenta Roberto Díaz, presidente de la Asociación de Importadores Medianos, quien señala que tan poca expectativa hay entre los comerciantes en esta temporada navideña, que ya están pensando en la campaña escolar, que será en marzo, mes en el que los uniformes, útiles escolares y otros productos para los colegiales suelen salir como pan caliente.
Esta triste situación es consecuencia de la recesión económica, que afecta a la gran mayoría de la población, pero especialmente a los más necesitados, afectados por la falta de trabajo o la precariedad laboral, las carencias, las necesidades insatisfechas y el hambre y la desnutrición.
Y esta crisis económica no solo es el resultado de la incapacidad de nuestras autoridades, largamente demostrada en todos los estamentos y niveles, sino también de la inestabilidad política y la incertidumbre, que espanta las inversiones e impide echar a andar la maquinaria de la producción, lo cual —con un efecto dominó— evita la creación de fuentes de trabajo.
El Gobierno de la presidenta Dina Boluarte está llamado a actuar con mayor eficacia y rapidez porque la situación está empeorando cada vez más y por ahí ya algunos analistas están advirtiendo que hay grandes posibilidades de que de todas maneras haya adelanto de elecciones generales. Y es cierto, la situación está cada vez más complicada, entrampada, y aún no hay luz al fondo del túnel. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.