Opinión

El caviar Marx

Por: Luciano Revoredo

Las revoluciones en el mundo han sido en su mayoría obra de burguesías ilustradas. Las masas populares generalmente en las revoluciones han seguido a líderes provenientes de clases acomodadas. A niños ricos que en su rebeldía parricida arrastran a la sociedad.

Desde que a partir de la revolución francesa se etiquetó como izquierda al sector que supuestamente lucha por la justicia social, contra la propiedad y por el cambio de estructuras del modo más radical, también se ha supuesto equivocadamente que este sector ha de estar conformado por los segmentos menos favorecidos social y económicamente. Sin embargo, la realidad ha mostrado lo contrario.

Las izquierdas europeas y norteamericanas siempre han estado llenas de burgueses y ricos. Parte de las élites ha mantenido ese juego esquizofrénico. Esta incoherencia de proclamar la revolución y vivir como rico ha llevado a que de un tiempo a esta parte se conozca a estos inconsecuentes como la izquierda caviar. Aludiendo a su vida de lujos y su permanente presencia en las páginas sociales. Curiosamente el concepto fue acuñado por la extrema izquierda francesa contra ciertos señoritos de la burguesía progresista.

En el Perú siempre hubo caviares. Izquierdistas de grandes apellidos, así se forjó la caviarada peruana. Entre Miraflores y Barranco. Entre oenegés financiadas por fundaciones norteamericanas.

El caviar es incoherente, pero resulta de una combinación fatal: Se asocia el poder de la influencia familiar y social con el veneno de la ideología marxista. Es así como han logrado imponer su agenda en el país desde hace varias décadas.

Pero nada de esta falta de coherencia nos debe sorprender. Tal como decíamos al inicio de estas líneas, la revolución siempre fue burguesa. El pueblo es por lo general conservador hasta que lo corrompen.

No hay que olvidar que el propio Carlos Marx fue un Caviar. Su vida de libertino y borrachín ocasionó que lo expulsen de la Universidad de Bonn. Su familia, que tenía una buena posición económica lo inscribió en la Universidad Humboldt de Berlín y luego en la Universidad de Jena. Siempre mantuvo una conducta de pequeñoburgués disoluto.

Su vida como universitario mantenido por sus padres está llena de excesos. Incluso en una conocida carta su padre le reclama que gasta más que los jóvenes millonarios y que se endeuda demasiado.

Su matrimonio con una baronesa prusiana de la más alta aristocracia le permitió pagar sus deudas y mantener su vida prostibularia y de botarate. Una vez despilfarrada la fortuna de la baronesa vivió de la generosidad de Engels. Jamás trabajó, nunca visitó una fábrica o se acercó al proletariado, siempre fue un bon vivant.

Con prusiana puntualidad su suegra le pagó durante años una criada alemana a la que además en un descuido de la baronesa embarazó, hijo que por cierto se negó a reconocer y que dijo a su esposa que era de Engels.

En un gesto absolutamente discriminador siempre se quejó sobre uno de sus yernos al que veía como poca cosa por no ser de buena familia. Todo esto mientras elucubraba la revolución, pregonaba la igualdad, soñaba con la dictadura del proletariado y sentaba las bases del comunismo.

Es decir, con Marx estamos ante un perfecto caviar.

(*) Analista político

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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