Opinión

Despelote

Por: Antero Flores-Araoz

Si es que han pensado al leer el título de esta columna, que es subido de tono, reconozco que lo es, pero también que es un buen calificativo para los momentos que vivimos en el Perú. Ese americanismo que ha sido definido por la gran lingüista Martha Hildebrandt, ojalá no se quede corto si la situación se sigue agravando.

Por un lado, ha subido el precio de los derivados del petróleo, que es el elemento esencial para el transporte de pasajeros, bienes, y por supuesto alimentos. Al elevarse el petróleo pues sube el transporte y al incrementarse este último suben los precios de los pasajes, comestibles, bebidas y de todo otro bien, salvo inmuebles.

Ante ello hubiera sido lógico que el Gobierno, ante su carencia de imaginación, convocase a los mejores economistas y a los exministros de economía exitosos, para encontrar paliativos oportunos que eviten las protestas. Además, hacer una campaña mediática – informativa seria, dando a conocer las causas externas del aumento del petróleo, con el resultado de encarecer cuanto producto de consumo existe, pero también identificando a quienes acaparan, esconden y especulan con los alimentos, para los correspondientes procesamientos.

La subida de los precios se agrava con otros gastos que hoy tienen que afrontar las familias al haberse iniciado las clases presenciales y semi presenciales, lo que significa pasajes, uniformes, libros y útiles escolares. Todo cuesta, no hay lonche gratis y, lo único que no incrementan son las remuneraciones.

Los transportistas, a lo largo y ancho del país, han hecho paralizaciones, dejando tirados a los pasajeros, perdiéndose alimentos que no llegan a los mercados, pero lo más serio, interrumpiendo el tránsito por cuanta vía de comunicación importante existe en nuestro país.

Esto es delito y muy grave, que por lo demás indirectamente ha estimulado que existan protestas urbanas y rurales, que haya nuevamente ataques a la Policía, que salgan a las calles los antisociales y delincuentes a lesionar a quienes no participan en los desmanes, romper lunas, asaltar locales comerciales, romper cajeros automáticos, incendiar vehículos, robar mercancías de las tiendas, así como dañar bienes públicos y privados.

Lo narrado ha sido en Junín, pero la protesta es generalizada, aunque en algunos lugares con brotes de violencia de menor significación, pero que pudiere escalar con daños inconmensurables que hay que tratar de evitar por todos los medios racionales existentes.

A la desidia y falta de acción oportuna del Gobierno, se agrega el malestar de toda la ciudadanía, no solo por la elevación de precios y por la carencia de alimentos, sino también porque millones de peruanos sienten que se equivocaron al emitir su voto en las elecciones del año pasado, incluyendo las parlamentarias.

Lo peor es que irresponsablemente, lejos de usar la herramienta del diálogo para resolver las discrepancias políticas, se ha preferido el enfrentamiento inconducente, al que se le ha añadido el mensaje de que las calles resolverán el problema y que hay que tomarlas.

Una cosa son las protestas pacíficas y otra muy diferente son las que llegan a la violencia incitados por irresponsables que a través de las redes están dale que dale con tomar las calles. Ya sufrimos por las trifulcas de noviembre del 2020 y Dios quiera que no se repitan.

(*) Excongresista de la República

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

Related Articles

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

Check Also
Close
Back to top button