Opinión

Cuando el entorno traiciona la confianza

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Hace unos días, el premier Aníbal Torres dijo que, para el Gobierno, el más grave problema del país es ahora la inseguridad ciudadana. La delincuencia había desplazado a la pandemia y la corrupción en las preocupaciones de régimen. Sin embargo, la inestabilidad política es tal que, de un día para otro, a raíz de las acusaciones de la lobista Karelim López contra el presidente Pedro Castillo, ahora lo más urgente para el régimen es recuperar la credibilidad y la confianza del pueblo.

El asunto está clarito. Ayer el premier y varios ministros, entre ellos los de Economía, Salud y del Interior, dieron una conferencia sobre las acciones que está adoptando el Gobierno en materia económica y en la lucha contra la inseguridad ciudadana y la pandemia de COVID, entre otros temas. Dieron a conocer algunas líneas maestras de su trabajo y las políticas de Estado aplicadas en cada portafolio, así como cifras, indicadores y proyecciones.

En una coyuntura normal, sin tantas acusaciones y sobresaltos, la atención de la prensa y la ciudadanía estaría centrada precisamente en lo que expusieron los ministros. Sin embargo, no es así, pues más llaman la atención las denuncias contra ciertos ministros, los dudosos nombramientos y las correrías de los sobrinos del presidente Castillo.

Es cierto que hay un sector de la oposición que parece tener como consigna provocar a toda costa la caída del presidente Castillo, motivar su renuncia, destitución o vacancia. Sin embargo, el Gobierno sigue disparándose a los pies con sus decisiones equivocadas, ingenuas o extemporáneas.

La lobista Karelim López no ingresó a la fuerza o en forma clandestina a Palacio de Gobierno o la casa del pasaje Sarratea, en Breña. Alguien le abrió la puerta. Además, las relaciones al interior de Palacio se llevan a cabo con tanta informalidad, que la empresaria parece haber visto y escuchado más de la cuenta, por lo que ahora quiere cambiarles a la Fiscalía y el Poder Judicial la información que tiene con posibles beneficios en el delicado proceso que se le sigue.

El exsecretario presidencial Bruno Pacheco, quien estaba en malas andadas, fue nombrado por el propio presidente. El siguiente secretario de Palacio, Carlos Jaico, empezó a despotricar del Gobierno ni bien lo despidieron. Lo mismo hicieron varios ministros “renunciados” con la finalidad de apagar incendios. ¿Por qué gran parte del personal de confianza que elige el presidente tarde o temprano sale traicionándolo? .Él mismo debe buscar la respuesta. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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