Gonzalo Alegría es el tipo de persona que siempre tiene la sonrisa a flor de labios. De esos que enseñan los dientes por donde quiera que vayan. Proyecta la imagen de un tipo bonachón. Esta costumbre sería una buena señal si el gesto fuera una expresión sincera, honesta y transparente, no una mueca fingida, una muletilla de la personalidad, una máscara que oculta el verdadero rostro.
El perfil psicológico de Gonzalo Alegría ha quedado en evidencia de tener realmente dos personalidades. No necesariamente por la grave denuncia de su hijo en su contra, sino por su reacción prepotente en muchas circunstancias. El repaso de varios videos que circulan en internet, grabados no solo después de la escalofriante revelación, nos muestran a un hombre con esas características. Muchos no lo habíamos percibido con tanta claridad como hoy. Pero esa es la intención de esta clase de personas, el engaño.
El periodista Jaime Chincha le preguntó a Gonzalo Alegría qué interés tendría Vox, el partido español de ultraderecha, en tratar de desacreditarlo. El entrevistado respondió: “Que yo soy el hijo de Ciro Alegría y que soy la esperanza de honestidad para este país”. Ese es otro rasgo de la personalidad del señor Alegría, la egolatría y la petulancia. Por donde va, se presenta como el hijo del gran escritor y suelta la larga lista de sus credenciales académicas y su experiencia profesional, una invitación vanidosa a venerarlo, a aplaudirlo y llenarlo de elogios. No se da cuenta que esa actitud, en realidad, suele causar repulsión en vez de admiración.
Pues, sí, es verdad, Gonzalo Alegría es hijo de uno de los más importantes escritores que haya dado el país. Ciro Alegría, autor de “La serpiente de oro” (1935), “Los perros hambrientos” (1939) y “El mundo es ancho y ajeno” (1941), fue un connotado literato, político y periodista. Fue dueño de una pluma brillante y tuvo una reputación intachable.
Mientras que Gonzalo Alegría es economista, sociólogo y docente universitario. Ha sido alto ejecutivo en varios bancos de Europa, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y ocupó altos cargos en varias universidades peruanas. Como profesional es una eminencia. Sin embargo, es sabido que ningún CV salva a nadie de ser, como persona, y en estos casos un mal padre. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.
