Opinión

Castillo, traidor a la patria

Por: Hugo Guerra Arteaga

A partir de la manifestación de su voluntad de entregar territorio peruano a Bolivia bajo fórmulas sin duda maliciosas, Pedro Castillo no es más presidente constitucional de la República. Por propia confesión se ha convertido en un traidor a la patria y corresponde que sea vacado de inmediato por el Congreso u obligado a renunciar por acción directa del pueblo y de sus Fuerzas Armadas.

El primer mandatario no puede ni tiene derecho a exponer sus ideas privadas en una declaración pública. El texto constitucional es claro: Artículo 110º. “El Presidente de la República es el Jefe del Estado y personifica a la Nación”. Por tanto, todo lo que diga compromete al pueblo y su destino, y no hay posibilidad de desdoblamiento entre el individuo y el funcionario.

Nuestros límites internacionales son intangibles. La frontera es un concepto ligado al territorio del Estado, cuyos criterios de vigencia comprenden la existencia de un territorio determinado, está planteado en el artículo 1.II., de la Convención de Montevideo sobre Derechos y Deberes de los Estados (1933). Los límites con el país altiplánico fueron definidos por cuatro tratados: el Tratado de Demarcación de Fronteras entre Perú y Bolivia firmado en La Paz, el 23 de septiembre de 1902; el Tratado de Rectificación de Fronteras entre Perú y Bolivia, firmado en La Paz, el 17 de septiembre de 1909; el Protocolo firmado en La Paz el 2 de junio de 1925 y el Protocolo Ratificatorio firmado en La Paz el 15 de enero de 1932. No hay nada que discutir ni reabrir.

El 24 de enero de 1992 el Perú suscribió con Bolivia un Convenio Marco que en su artículo 2º establece que el Perú concederá el libre uso de instalaciones portuarias y el desarrollo de una Zona Franca Industrial y una Zona Turística en playa en el puerto de Ilo. Eso no significa concesión de soberanía a los bolivianos.

Las nuevas generaciones deben saber que el Perú fue arrastrado a la Guerra del Pacífico por los bolivianos, pero estos no fueron consistentes con la alianza y se retiraron de la lucha, abandonando a nuestras tropas casi desde el inicio de las acciones bélicas.

Esa traición, cuyas razones deben buscarse en la época anterior de la confederación, es lo que decidió la victoria chilena y la consiguiente derrota peruana y boliviana. La actitud antiperuana de los bolivianos se ha mantenido a lo largo del tiempo. En la década de 1970, los dictadores Hugo Bánzer y Augusto Pinochet urdieron, a cuenta de la salida al mar boliviana, una fórmula que habría lesionado el interés peruano si no lo hubieran impedido nuestra diplomacia y nuestro circunstancial poderío militar.

Bajo el mandato de Evo Morales, Bolivia trató de interferir reiteradas veces en los asuntos políticos internos peruanos e inclusive recientemente junto con los miembros del comunista Grupo de Puebla se lanzó el proyecto Runa Sur que implicaba la secesión de las regiones del sur del Perú.

Contra eso nos opusimos y frustramos en diciembre último la cita cumbre que planeaban en el Cusco y donde Pedro Castillo pretendía abrir lo que ha confesado ahora a la prensa internacional: una “consulta popular” sobre modificación de nuestras fronteras, a pesar que el Artículo 32º. De la Constitución es muy preciso: “No pueden someterse a referéndum… los tratados internacionales en vigor” (entre esto los que fijan las fronteras internacionales).

Constitucionalmente, además, Castillo está obligado a “Cumplir y hacer cumplir la Constitución y los tratados, leyes y demás disposiciones legales” (Art. 118º.). Asimismo, el artículo 78° del Código de Justicia Penal Militar, en su numeral 27, establece que: “Comete el delito de traición a la Patria, todo peruano … cuando practica cualquiera de los actos siguientes: […] Atentar deliberadamente, de cualquier manera, contra la integridad de la Nación en tiempo de paz…”.

No hay debate mayor, entonces, aparte de felón Pedro Castillo Terrones debe ser vacado u obligado a renunciar. La decisión central la tiene el Congreso la próxima semana, caso contrario el pueblo y las FFAA deben imponerse. La patria se defiende, no se negocia. Solo los cómplices y cobardes estarán en contra. Los estaremos observando.

(*) Analista político

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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