Opinión

Casi un millón de peruanos covidiotas

EDITORIAL

Les dicen covidiotas y con toda razón. Porque hay que ser idiota para salir a la calle sin mascarilla, subir a un bus sin protector facial o asistir a los llamados ‘privaditos’, esos bacanales donde la gente se emborracha y baila con desenfreno, mientras millones de personas en el mundo se están ahogando en los hospitales por la falta de oxígeno o han muerto esperando una cama UCI. Hay que ser idiota para no conmoverse ante tanto dolor y sufrimiento.

Según los últimos reportes del Ministerio del Interior, cerca de un millón de personas han sido intervenidas en el Perú por no cumplir con las normas de bioseguridad. Muchas de ellas participaban en fiestas o reuniones de amigos sin respetar las medidas sanitarias.

La palabra idiota tiene dos acepciones. La primera, es “la persona que es poco inteligente o que molesta a alguien con lo que hace o con lo que dice”. Y la segunda, “que padece de idiocia”, que es una enfermedad mental.

Los covidiotas no tienen ninguna enfermedad mental. En realidad, son personas que están en pleno uso de sus facultades, lo que les falta es alma y corazón. Porque hay que ser un desalmado o un truhan para no condolerse al ver, por ejemplo, que un familiar, un amigo o un vecino es atacado por el COVID y termina en una tumba o con sus restos en una urna luego de ser cremados. Muchas veces, familias enteras, los padres, todos sus hijos y hasta nietos, han perdido la vida en medio de la desesperación por salvarse unos a otros. Pero los covidiotas ni se conmueven.

Son tantos los covidiotas, que el uso de la palabra se hizo común y la Real Academia Española (RAE) ya la incluyó en su diccionario. Viene de COVID y del término inglés idiot, que significa, precisamente, idiota. Un covidiota es “la persona que se niega a cumplir las normas sanitarias para evitar el contagio del COVID”.

Hay covidiotas hipócritas como el tal Paco Bazán, quien afirmó, con voz chillona, que el uso de mascarillas es “un plan genocida del nuevo orden mundial”. Lo dijo cuando ya se había aplicado la primera dosis de la vacuna, lo que lo delata como un tipo de doble cara.

Otros covidiotas son asintomáticos o tienen una inmunidad natural, la cual los envalentona y salen a la calle sin ningún tipo de precaución, pese que pueden llevar en las manos o un paquete el virus de un lugar a otro, pudiendo perjudicar incluso a sus padres o hermanos. Estos covidiotas tienen el complejo de la inmortalidad y, muchas veces, andan incluso haciendo alarde de su inmunidad, mientras muchas personas tienen a sus seres queridos luchando contra el virus sobre una cama de hospital. Todos los covidiotas, cualquiera que fuera su laya, merecen la cárcel porque, sinceramente, lo que hacen no tiene perdón.

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