Opinión

¡Cárcel para “Pepe el vivo”!

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Las conductas fraudulentas son moneda corriente en el sector público. Jueces y fiscales liberan a delincuentes, congresistas les roban parte de sus sueldos a sus trabajadores, policías integran bandas criminales, generales o coroneles venden la gasolina de los patrulleros, agentes penitenciarios ayudan a fugar a presos de las cárceles, empleados del Reniec hacen pasar como muertos a narcos, asesinos y violadores, médicos de hospitales dejan plantados a sus pacientes para ir a trabajar a clínicas privadas o consultorios particulares. Eso y mucho más. Y no exageramos. Siempre la de “Pepe el vivo”. O la “viveza criolla.

¡Cuánta razón tuvo —y la sigue teniendo— Manuel González Prada cuando dijo que “el Perú es un órgano enfermo, donde se pone el dedo brota el pus”! Y Mario Vargas Llosa cuando preguntó “cuándo se jodió el Perú”.

El personaje de “Pepe el vivo” no es tan antiguo, pero los malos peruanos que lo interpretan, que practican sus fechorías y las perfeccionan, sí son de larga data. “Pepe el vivo” nació el 9 de octubre de 1973 como el estereotipo del evasor de impuestos. El curioso personaje fue creado por la otrora Dirección General de Contribuciones (predecesora de lo que hoy es la Sunat) para desarrollar una campaña destinada a generar conciencia tributaria en el país.

En estos tiempos, “Pepe el vivo” sigue vigente, pero ya no solo representa a los evasores de impuestos, sino también a personas de a pie que se zampan en la cola o se meten al bolsillo el billete que se le cae a una sufrida ama de casa en la calle. También empleados y funcionarios públicos, incluso altas autoridades, que sacan provecho de su posición para obtener algún beneficio o dinero de manera ilegal.

Por su parte, “viveza criolla” es una frase nacida en Argentina, más precisamente en las riberas del Río de la Plata. La expresión alude a las personas que buscan siempre obtener alguna ventaja, aplicando la ley del mínimo esfuerzo, aunque ello implique transgredir principios morales y normas legales.

Esas personas pasan por encima del respeto a la ley y al derecho de los demás, aprovechan cualquier ocasión para sacar ventaja de una situación. No tienen ningún remordimiento, sino más bien sienten satisfacción y orgullo de sus fechorías. Lo más grave es que, si el escenario de su maldad es algún órgano del aparato estatal, “Pepe el vivo” tiene “padrinos” que lo protegen y que encubren sus delitos. El alcalde Rafael López Aliaga está promoviendo una ley para poder aplicar cadena perpetua al “Pepe el vivo” mayor: el corrupto. Sería lo justo, porque estos individuos le hacen mucho daño al país. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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